Habitación de Sono

Humano

Acababa de llegar a aquel pueblo misterioso, había recibido mi vivienda y pasé por ella a dejar mis cosas, no llevaba mucho conmigo, solo lo necesario; sin embargo no me gustaba estar encerrado por mucho tiempo en un solo lugar, y debido a ello salí de mi casa con un sencillo atuendo, un corto short, una camisa blanca un chaleco y unas botas hasta las rodillas color negro haciendo juego con el short y el chaleco.
Salí a paso lento de mi casa, comenzando a adentrarme en los callejones del pueblo pasando por distintas casas así como diferentes lugares que no llamaron mucho mi atención, por lo que, comencé a juguetear con mis pasos, dando leves saltos entre cada uno dejando salir leves risas debido a mi comportamiento.
Así anduve durante unos minutos hasta que levanté mi mirada notando frente a mí una magnifica construcción, que si bien no se comparaba con la que podía observar a lo lejos sobre una colina, esta era más interesante, más llamativa, además de más accesible.
Me quedé observando la construcción durante unos momentos cautivándome con cada uno de los detalles de la misma; caminé con rapidez hasta aquel viejo cancel que cercaba toda la construcción colocando ambas de mis manos en los barrotes del mismo haciendo que mi curiosidad aumentara; no sabía si podría entrar, era algo misterioso, y quizá peligroso, sin embargo mi curiosidad y ansias de conocer el interior de aquel castillo eran mayores que cualquier presentimiento que pudiese tener en ese momento.
Empujé el cancel con mis manos percatándome de que se encontraba abierto, y al hacer esto una amplia sonrisa se dibujó en mi rostro debido a que logré entrar el lugar.
Avancé de manera lenta por el pasillo central que atravesaba todo el jardín hasta la puerta principal del castillo, una imponente puerta hecha de madera que crujía debido al tiempo que llevaba en pie. En realidad no sabía si debía toca aquella puerta o simplemente empujarla como lo había hecho anteriormente con el cancel; en verdad nada perdía al intentar empujarla, y si no lograba abrirla, entonces tocaría en espera de que alguien me abriera. Cosa que no fue necesaria dado a que con el empuje que di con ambas de mis manos sobre la puerta, logré que esta se abriera para poder entrar. Debe ser mi día de suerte, pensé mientras caminaba al interior del castillo cerrando la enorme y vieja puerta tras de mí.
Caminé por el centro del pasillo topándome con diferentes entradas a diferentes lugares, sin embargo, las enormes escaleras frente de mí, captaron demasiado mi atención, por lo que observando hacia todos lados con curiosidad, además de tratando de investigar si alguien me veía cosa que no era posible, dado a que el sitio estaba completamente vacío, más no sabía si eso era buena o mala señal; pero una vez más guiado por mi curiosidad, caminé con rapidez hasta las escaleras comenzando a trepar por ellas de dos escalones, dando grandes saltos debido a la distancia de los mismos.
Ciertamente ese día me comportaba más infantil que de costumbre, pero la razón era simple; la curiosidad de un nuevo lugar. Sonreí para mi mismo ante mis pensamientos y al llegar al final de las escaleras, recargué una de mis manos en el barandal de las mismas sin notar que en el mismo estaba una gran astilla que se encajó en la palma de mi mano, logrando que de mis labios escapara un ligero quejido de dolor haciéndome contraer de momento mi cuerpo antes de voltear a ver mi mano, para sacar esa astilla percatándome de que la herida no era profunda, pero si sangraba de manera escandalosa; si bien estaba en un lugar en el que no me había llamado, y la reacción más normal, sería regresar por donde llegué no lo hice, simplemente saqué un pañuelo del bolsillo de mi short para enredarlo en mi mano haciendo una especie de torniquete para evitar que siguiera sangrando, y una vez que lo hice incorporé mi cuerpo observando alrededor tratando de investigar donde estaría el baño para poder limpiar mi herida así mismo encontrar algo con lo que pudiese curarla.
Caminé un poco por el pasillo del lado izquierdo abriendo la primera puerta que me encontré en el camino, sin percatarme que ante cada paso que daba iba dejando gotas de mi sangre por el piso.
Me adentré de manera lenta en aquella habitación dejando la puerta abierta para poder ubicar el baño; una vez que lo encontré lave con insistencia mi mano quitando toda la sangre que tenía en la misma para hacer lo mismo con el pañuelo que estaba en mi mano, para seguido de ello enredar de nueva cuenta mi mano saliendo del baño para sentarme en una de las sillas de la habitación; y una vez que me senté logré ver en el piso las manchas que había dejado en el camino. –rayos!.- susurré para mi mismo e inmediatamente me levanté de mi lugar comenzando a buscar en todos los cajones algo que pudiese utilizar para limpiar mi desastre.

Succubus

Me preguntaba cuando días habían pasado desde que escogí quedarme en aquel lugar, donde si apenas me había topado con un par de rostros, donde a pesar de ello, no había cruzado palabra alguna con nadie y donde la mayor parte del día la pasaba dentro de mi habitación. Solía sentarme en el balcón simplemente a observar el lejano pueblo donde residían los mortales o simplemente tomaba algún libro para leer durante un largo rato. Aquello se había convertido en una rutina para mi y estaba bien con ella de momento ya que en si aun no tenia algún motivo lo suficientemente bueno para cambiarla al menos no hasta la mañana de aquel día.
Ciertamente, dormir no era relevante para mi, lo hacia simplemente por inercia o por no tener algo mejor que hacer, pero esa noche por alguna razón había estado dormido hasta tarde y cuando por fin desperté, lo que juraba era la misma razón de aquello, me había llevado a tomar uno de mis tantos libros para salir a los jardines de aquel castillo y no lo aseguraba pero tenia la sospecha de que el salir de esa manera para leer era una vieja costumbre que se quedo como recuerdo únicamente en mi cuerpo.
Permanecí fuera si acaso un par de horas, pero era incomodo, molesto, imágenes viejas atacaban mi cabeza con recuerdos inútiles y algo fastidiado de ellos preferí volver a aquel balcón de mi habitación para seguir con la lectura. Al entrar, de manera inmediata, sentí el ambiente diferente comenzando por un peculiar aroma que impregnaba el aire, mismo que se expandía en un pequeño camino. Si algo distinguía al castillo era ese olor a la sangre de la estirpe llenando todo el lugar por lo que cuando algo fuera del sitio entraba era más que obvio así fuera un pequeño ratón.
Aquello no me incumbía en lo mas mínimo, después de todo mientras que “la visita” no fuera mía, no tenia porque meterme, pero como cosa curiosa aquel aroma estaba en cada paso que daba y fue justamente en el pasa manos de las escaleras donde detuve mis pasos solo para observar en este un pequeño lugar donde el aroma se hacia aun mas intenso y quizá solo en ese momento… atrayente. Continué avanzando, subiendo lentamente las escaleras y al final del ultimo escalón había una peculiar huella que de inmediato capto totalmente mi atención, una pequeña gota de sangre, pero al mover un poco mis ojos, me di cuenta de que no solo era una, eran varias gotas, un pequeño camino formado por ellas.
Seguí mi camino hacia mi habitación y al mismo tiempo pareciera que avanzaba siguiendo aquel camino y solo cuando este termino fue cuando pude asegurar que si lo seguía, ya que este continuaba dentro de mi habitación. Al parecer aquel pequeño “ratón” herido, dado el pequeño trayecto de su sangre, se había colado a mi dormitorio y al parecer para jugar ya que escuchaba perfectamente los sonidos provenientes de dentro que me decían que andaba hurgando entre mis cosas.
Con la mano que tenia libre, usando solo un par de dedos de esta y con total cautela empuje la puerta para que apenas mi figura pudiera entrar de un sigiloso paso y así finalmente pude ver la esbelta figura de rubios cabellos que revisaba los cajones de mis muebles. Para mi fortuna estaba de espaldas contra la puerta por lo que no fue difícil el acercarme rápidamente y sin hacer ningún ruido me puse a sus espaldas para luego inclinarme un poco y sin hacer ningún contacto colocar mi rostro a la altura de su hombro.
-Ahí no encontraras comida pequeño ratón…-
Deje que las palabras salieran de mis labios en un susurro y pase mi mano que sostenía el libro para acomodarle en el mueble donde el hurgaba para luego, con mi ahora mano libre tomar la suya de donde provenía ese delicioso aroma a piel herida, misma que levante un poco para alcanzar esa pequeña huella de sangre que aun estaba en su herida.
-Al menos no tu pequeño…-
Susurre sobre su mano y acerque mis labios un poco más a su herida para alcanzar esta con un pequeño y fugaz beso.

Humano

Seguía buscando algo con lo que pudiese limpiar mi desastre, sin embargo solo me encontraba con ropa; algunas camisas y pantalones, que si bien me gustaba el olor que alcanzaba a percibir, no me tomaba el tiempo de observarlas con detenimiento, dado a que en mi cabeza solo permanecía la idea de limpiar lo que había hecho y salir de ahí.
Distraído en ello, no note que alguien llegaba si no hasta que sentí su presencia detrás de mí, quise voltear mi cuerpo o simplemente mi rostro para observarlo, sin embargo, solo logré sentir un fuerte escalofrío recorrer mi espina dorsal haciendo que mi cuerpo se estremeciera un poco al escuchar aquella voz tan cerca de mi oído lo cual me hizo cerrar con fuerza mis ojos evitando verle.
En el momento en que sentí como mi mano era tomada por una de las suyas elevándola deje que de mis labios escapara un ligero quejido debido a la pequeña punzada que apareció en la misma, sin embargo aquello fue apagado por la calidez de sus labios lo que hizo que en mi rostro se hiciera presente un sonrojo que dibujó mis mejillas, por lo que, giré mi rostro en dirección contraria al suyo.
-Yo.. yo no buscaba comida, si…simplemente que…quería limpiar mi desastre… dis…disculpe..-
Dije con mi voz completamente entrecortada que si bien apenas yo entendía lo que trataba de decir, además de que el frío de sus manos, así como su presencia, hacían que mi cuerpo temblara de manera leve.

Succubus

Al girar su rostro, por un fugaz momento mis ojos se encontraron el azul de los suyos y al mismo tiempo me di cuenta de ese tenue color que se manifestaba en el claro de su piel, haciendo sus mejillas resaltar y podía oler como su sangre comenzaba a calentarse por ese repentino pudor suyo para conmigo.
-Cierto, el desastre…-
Murmure al aire y solté su mano de entre la propia pero sin moverme, sin dejar que esa distancia entre ambos se hiciera mas grande ya que aunque si bien, era significativa, podía sentir como su cuerpo temblaba ligeramente, algo que hizo que en mis labios apareciera una apenas visible sonrisa.
-No creo que hayas venido hasta aquí simplemente para limpiar el desastre, oh en un principio para crearlo…-
Comencé a hablar con un tono calmado en mi voz y sin quitar el semblante tranquilo de mi rostro que se concentraba en el suyo, para observar a detalle cada rasgo de su rostro.
-Así que antes de que veamos como limpiaras eso pequeño ratón…Dime, que es lo que te trajo a mi fría habitación.-
En el mismo lugar de donde no me había movido en absoluto levante al mismo tiempo ambas de mis manos para poder llevar estas a apoyarse sobre el mueble que ahora estaba detrás de él, dejándolas a cada costado suyo, aprisionándole entre ambos brazos, pero sin llegar a ningún contacto aun, simplemente observándole esperando que mi interrogante fuese atendida.

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