Gackt's BedRoom

Estaba descansando en “casa” y la verdad es que últimamente solo yo me quedaba encerrado en aquel enorme castillo y es que a diferencia de los demás yo estaba pasando por la etapa en la que los humanos del pueblo eran sumamente estúpidos como para irme a divertir con alguno de ellos y por si fuera poco ahora había enormes perros con conflictos emocionales divagando por ahí. Sonreí al pensar en aquella especie de esa manera y con cierto dejo de flojera me levante de la cama mientras susurraba para mí mismo.
Quiero… una manzana…
Cuando estaba conmigo mismo debía aceptar era sumamente infantil y caprichoso pero no puedes mostrarle a alguien así a una presa pues se reiría antes de espantarse; así que me “comportaba” sin embargo ahora estaba solo y en casa por lo que me comportaba como me viniera en gana. Empecé a caminar con cierta pesadez, levantando mis manos para estirarme y dejándolas caer suavemente sobre mi cabeza, revolviendo mi cabello el cual ahora me daba un aspecto de recién levantado. Salí de mi habitación con las manos dentro de los bolsillos de mi holgado pantalón obscuro y ni siquiera me moleste en terminar de abotonar mi camisa, solo llevando los últimos tres botones de la misma abotonados.
Iba distraído caminando por los pasillos hasta llegar a la cocina donde tome tres de las deliciosas manzanas que había en una pequeña frutera y comencé a hacer malabares con ellas, lanzándolas al aire mientras caminaba lentamente de nuevo a mi habitación. Justo cuando llegaba a la entrada de mi habitación el olor a perro se hizo presente en mi nariz por lo que atrape las manzanas con mis manos y de manera descuidada como solía ser en casa me asome por la puerta mientras un mohín se formaba en mi rostro por el olor.
Sin nada de dificultad vi a un muchacho atrapado debajo de uno de mis libreros y suspire de forma pesada mientras entraba a mi habitación y cerraba la puerta detrás de mí. Observe el rostro perplejo del otro ya que yo suponía que esperaba que me le fuera encima o algo por el estilo pero simplemente le dije entre una sonrisa de costado.
Vas a tener que pagar eso~~ y acomodar los libros también.
Entre como si él no estuviera y me recosté en uno de los lados de mi cama mientras dejaba las manzanas en la misma y solo tomaba una para morderla mientras lo veía batallar con el librero, el chico me seguía con la mirada por lo que deduje que tal vez se le antojaba mi pequeño bocadillo por lo que con mi mano libre levante otra de las manzanas y se la mostré.
¿Quieres?.
No espere su respuesta y sin más lance la manzana golpeando su cabeza por lo que solté una ligera risa mientras le decía.
Lo siento… yo y mi mala puntería.
Por mucho que el otro necesitara ayuda y al ver que estaba batallando un poco solo me quede comiendo mi manzana como si observara un espectáculo y tras terminar en un par de mordidas aquella fruta pose en su totalidad mi vista en su rostro en especial en sus ojos mientras decía tranquilamente.
Bueno y… ¿a qué has venido?...¿ a matarme? ¿A jugar? Porque no tengo pelotas para lanzártelas… y a demás ha sido muy mal educado de tu parte entrar así a mi habitación…

Me quede tranquilamente observando cómo se libraba de aquel mueble hasta que mi rostro se torno en un pequeño gesto de dolor por el golpe que recibía con aquella fruta sobre mi entrepierna. Sin soltar un solo quejido de dolor lleve una de mis manos a sobar aquella zona que había golpeado para unos segundos después ya recuperado observarle con un dejo de molestia.
Me distraje observando el tiradero en mi habitación y las cosas que el otro se dedicaba a patear y pasar por alto, suspire pesadamente y tan solo unos instantes después de aquello ya tenía al dichoso perro sobre mí, como todo el animal que era. Logro someterme ante mis distracción aunque no me resultaba tan difícil librarme de él sin embargo esperaba ansioso su respuesta y al escuchar la misma, a pesar de sentir sus uñas clavadas en mi cuello, solté una risa que no puede contener.
Le mire con toda la seriedad que pude y susurre.
Tranquilo perrito… acabas de llegar y ya quieres ir a la parte del “final”.
Empuje mi rostro contra el suyo para alcanzar a tomar su labio inferior entre mis dientes y di una fuerte mordida a su labio, al grado de llegar a arrancar un pedazo de el mismo, el ademan que hizo por el dolor, me dio espacio de acomodar mi cabeza contra la cama y en un Angulo en el que al volver a empujar mi cabeza hacia adelante pudiera golpear con mi frente su nariz, sumándole un dolor mas aparte del de su labio y también una hemorragia mas.
Por obvias razones sus manos y piernas se aflojaron dejándome en completa libertad para así poder llevar una de mis manos a su cabello y tirando de este hacia atrás y hacia un lado, pude hacerle caer de espaldas al suelo. Al instante me levante de la cama y me pare a un costado de donde había caído su cuerpo para con uno de mis pies empezar a soltar patada tras patada a su cuerpo, sin fijarme muy bien en las zonas que golpeaba.
Sabes mocoso... No me gusta que vengan a amenazarme y… mucho menos en mi propia casa.
Deje de patearle una vez le tuve medio aturdido y rápidamente me agache para de debajo de la cama sacar una caja de metal, bastante larga y ancha, sin embargo en lo que refiere a grosor era delgada. Deje la caja sobe la cama y luego de ello retire la cadena que llevaba colgada en el cuello y con la llave que llevaba colgada en la misma abrí el candado de la caja, para luego de ello levantar la tapa de la misma y así dejar al descubierto el juego de espadas que guardaba en aquel lugar. Sonreí con malicia y tomando la pequeña daga que también había dentro de la caja, me acerque hasta el lobo, del cual en segundos empecé a desgarrar su ropa con la misma, hasta tenerle por completo desnudo ante mi vista. No le cause ningún daño por “temor” a que despertara por lo que tras terminar mi tarea me aleje de el, dejando de lado la daga.
Me acerque a aquella caja que había dejado sobre mi cama con el juego de espadas y tome dos de aquellos bellos objetos para llevármelos conmigo, me acerque rápidamente a tomar al muchacho en uno de mis brazos para medio levantarle y ponerle contra una de las paredes de mi habitación, de cara contra la misma y de espaldas a mí. Deje caer una de las espadas al suelo y la otra la sostuve firmemente para con agilidad poner la punta de la espada en la parte trasera de su hombro para luego justo en ese lugar encajar la espada, atravesando su cuerpo y mi pared, hasta que el mango de aquel objeto golpeo contra la blanquecina piel de su espalda.
Ignore los sonidos proferidos por el otro y sin perder tiempo mientras con una de mis manos aun empujaba el cuerpo del lobo contra esa pared para mantenerle contra la misma, me agache a tomar la espada de la que me había deshecho y como anteriormente; en un rápido movimiento, soltándole por unos instantes logre acomodar su brazo derecho contra la pared y con la palma extendida pegada a la misma para con aquel platinado objeto atravesar la parte de su antebrazo e igualmente hasta que el mango de aquel objeto golpeara contra la piel del mismo.
Me aleje brevemente de su cuerpo sabiendo que bastaba con esos dos objetos para sostenerle pero no para someterle por lo que tome otro par de espadas de aquella caja y como anteriormente lo había hecho, clave una de las mismas en su brazo izquierdo, el cual previamente había acomodado de la misma manera que su brazo derecho; y la segunda espada la clave en uno de sus glúteos (el izquierdo) buscando atravesar la unión de su fémur con la pelvis. De momento dejaba que aquellos sonidos que profería por el dolor, fueran la música que me inspiraba a seguir lastimándolo aunque no por eso prestaba demasiada atención a su dolor ya que poco me importaba.
Ya para terminar de dejarle como quería tome una última espada la cual opte por clavar en sus pies; para hacer esto, tome con uno de mis brazos ambos pies suyos y me acomode de manera que mi brazo no fuera un obstáculo para atravesar sus piernas por los costados, lo cual hice justo unos cm arriba de su tobillo, de nuevo atravesando huesos y demás hasta que el mango de la espada estuviera a tope con un costado de su pie derecho y el izquierdo estuviese completamente atravesado por el mismo objeto; así dejando sus pies completamente unidos, sabiendo que de intentar zafarse primero tendría que pasar por un infernal dolor. Me asegure de que el mango de cada una de las espadas, estuviera completamente contra las partes de su cuerpo que la espada atravesaba pues, no quería que ninguna de estas estuviera floja y dejara cabida a que su cuerpo se moviera demasiado.
Di un par de pasos hacia atrás para poder observar la figura del sujeto frente a mí y sonreí de costado al tenerle en aquella posición y completamente desnudo para mi… Iba a ir directo a mi armario a sacar algo mas pero al ver el periódico de aquella mañana en uno de los muebles de la habitación, no pude contenerme y fui directo a tomar este; para enrollarle y con el mismo en mano me acerque nuevamente al chico, recorriendo con la punta de mi periódico enrollado, su espalda hasta llegar al inicio de aquella línea que separaba a sus glúteos.
Sabes perrito… dicen que si se golpea a los cachorros con un periódico… aprenden a no portarse mal… me pregunto si será verdad...
Me atreví a acercarme a susurrar aquello en una de sus orejas y tras ello golpee varias veces y con cierta fuerza la tersa piel de su glúteo derecho.
¿Aprendiste algo?
Pregunte con mofa y sin esperar su respuesta me aleje de su cuerpo, dejando olvidado aquel periódico y camine hasta mi armario, del cual de la parte superior del mismo baje otra caja de metal aunque esta no tenia candado… Y le abrí con extrema facilidad, dejándome ver el magnífico objeto que estaba buscando; tome de él “mango” el largo látigo que guardaba en aquella caja y le saque al tiempo que me daba la vuelta para regresar al lugar donde mi… acompañante me esperaba.
Yo creo que para aprender algo necesitas de… golpes un poco más severos.
Sonreí con malicia tras mis palabras y al estar lo suficientemente cerca del lobo, levante mi mano que sostenía el látigo, echando el mismo hacia atrás para tomar vuelo y soltar un fuerte azote en la blanquecina piel de su espalda. Sonreí ampliamente ante su reacción y sin esperar mucho y también si decir una sola palabra mas, empecé a atinar una ola de azotes en su espalda; golpeándole con fuerza, de modo que para el quinto golpe las heridas en su espalda empezaban a marcarse y a sangrar sin embargo eso no me detuvo, seguí golpeando una y otra vez hasta que por el azote numero treinta y algo… su espalda, parte de sus glúteos y hasta la parte trasera de sus piernas se encontraban completamente marcadas por aquel objeto con el que le había golpeado.
Observe las líneas abiertas que se marcaban en aquella blanquecina piel y como la misma iba cambiando de color hasta convertirse en un rojo intenso y sobre todo vivo. Deje el látigo de lado y me acerque lo suficiente como para poder lamer algunas de sus heridas y probar de aquella sangre que a pesar de su raza no tenía un mal sabor. Me tome el tiempo de saborear aquel liquido carmesí en mi boca para tras ello acercarme a susurrar en uno de sus oídos.
Es una pena que alguien tan… exquisito como tú… no sea más que un animal que no puede controlarse lo suficiente como para… jugar con lo que toma por su enemigo.
Ladee mi rostro para alcanzar a dejar un pequeño beso en una de sus mejillas y nuevamente me aleje de su cuerpo, caminando hasta uno de los pequeños buros que tenia junto a la cama, para del mismo sacar una fuerte dosis de opio que estaba apenas medio envuelta en un pequeño pedazo de papel para fumar; procure que fuera bastante fuerte la dosis pues sabía que con su condición de lobo, pocas drogas eran efectivas pero ya que el opio era de las mas mortales sabía perfectamente que eso, una dosis mortal ; funcionaria más que perfectamente para él. Me lleve está conmigo para regresar a posicionarme detrás del joven lobo, me puse de cuclillas a manera de tener mi rostro a escasa distancia de su trasero para luego tomar con mi mano libre su glúteo derecho, encajando mis uñas en el mismo mientras procuraba tirar de este para abrirle, dejando más que expuesta su entrada ante mi vista. Acomode la bolita de opio entre mis dedos índice y medio para más tarde introducir estos dedos (y por consiguiente el opio) en el ano del lobo, empujando mis dedos hasta donde pudiesen llegar y procurando mover los mismos dentro de aquella cavidad para empujar aquella bolita hasta que alcanzara algo del recto, dejándole ahí y una vez que le acomode donde quería saque mis dedos de su interior no sin antes procurar rasguñar las paredes de aquel cálido lugar.
Esperemos que el consuelo de tu castigo haga efecto…
Dije en un susurro y me levante de mi lugar para quedarme a observar como las reacciones en el cuerpo del otro me hacían ver como los efectos de la droga empezaban a despertar en el. Me quede recargado sobre uno de los muebles de mi habitación, esperando que aquella sensible zona terminara por absorber todo el contenido de la droga y sobre todo esperando ansioso el gracioso comportamiento que el otro tendría cuando el efecto de la droga estuviera al tope.

Debo admitir que me sorprendí bastante con la transformación del lobo ya que no pensé en la posibilidad de que en aquellas condiciones fuera a lograr la misma. Me quede observándole, de cierto modo era interesante ver en su forma natural, bastante entretenido de hecho, pero aquello no duro mucho… apenas se deshizo de las numerosas espadas que atravesaban su cuerpo regreso a su forma humana. Sonrei de costado ya que aquello significaba que en dichas condiciones no debía preocuparme de nuevo por ver aquella “forma” suya. No me acerque inmediatamente a él, le deje moverse un poco en el suelo, espere a que la droga hiciera su trabajo y justo cuando los ojos de aquel lobo se centraban en mi persona decidí desaparecer de su campo visual lentamente… yendo de nueva cuenta hasta aquel armario de donde habia sacado el látigo. De allí saque una caja mediana de madera con una tapa que llevaba un seguro algo fácil de abrir; lleve la caja hasta uno de los buros junto a mi cama y le deje ahí, guardando aquella pequeña sorpresa para después. Finalmente me encamine de nuevo hasta el lugar en donde aquel lobo estaba, me agache a su lado y pase uno de mis brazos por debajo de sus piernas y mi otro brazo por debajo de su espalda para levantarle del suelo. Me incorpore con él en mis brazos y basto con que diera un par de pasos para conseguir llevar al borde de uno de los costados de mi cama. Deje caer al lobo sobre cama y me tome la molestia de acomodarle bien centrado en la misma con la cabeza sobre las almohadas.
No me moleste en atarle las manos o los pies sabiendo que con la droga invadiendo todo su sistema le iba a costar bastante trabajo moverse. Por unos instantes observe su cuerpo, con manchas de sangre en diferentes partes del mismo aunque parecía que sus heridas estaban sanando con cierta rapidez. En sus manos y pies ya casi no se veían las marcas de las espadas y bueno en su espalda seguramente las heridas del látigo lentamente empezarían a cicatrizar y luego desaparecerían. Aquello no me preocupaba de hecho me agradaba el pensar que podía lastimarle una y otra vez y el se recuperaría… Finalmente me subí también en la cama y tome las piernas del lobo, por parte de las rodillas para separarles bruscamente y acomodarme entre las mismas.
-Bueno perrito… ahora si… juguemos…-
Sonrei de manera maliciosa y con completo descaro me relamí los labios ante la furiosa mirada del lobo. Con una de mis manos tome ambas suyas y las sometí contra la cama por encima de su cabeza. Incline mi cuerpo sobre el ajeno casi recostándome sobre el mismo aunque dejando cierto espacio para que mi mano libre se moviera con libertad entre ambos cuerpos, lleve mi rostro a la altura del suyo aunque igual, guardando cierta distancia y le mire fijamente mientras que mi mano acariciaba la piel de su cuello, se deslizaba por su pecho y aprovechaba para pellizcar y juguetear con sus pezones. Me moría de ganas de ver sus reacciones más aun con su cuerpo tan sensibilizado por la droga, aquello iba a ser todo un espectáculo, golpeaba sus pezones con mis uñas, les presionaba contra su pecho con las yemas de mis dedos e incluso tomaba los mismos entre mis dedos y tiraba de ellos con fuerza hasta que resbalaran de entre los mismos.
Luego de entretenerme uno instantes en aquellas sensibles zonas en su pecho, seguí deslizando mi mano por su abdomen, lugar sobre el cual opte por arañar cada cm de la piel del mismo, sintiendo en mis uñas su piel incrustándose. Finalmente al llegar a la zona de su pubis, desenterré mis uñas de su piel y regrese a aquellas caricias hechas solo por las yemas de mis dedos. Y mientras me acercaba de poco a poco al miembro del lobo por otro lado mi rostro se acercaba al ajeno, guiando mis labios hasta una de las orejas ajenas. Justo cuando mi mano tomaba el miembro del contrario mis labios dejaron un beso sobre la oreja ajena que culmino en una fuerte mordida a su lóbulo y tras ello empecé a mover mi mano en su miembro con fuerza y rapidez, masturbándole de forma tan frenética que pude sentir el rápido endurecer de su miembro en mi mano.
-Dime perrito… que se siente ser masturbado por la persona que pareciera ser odias o al menos no soportas…?... Como te sientes contigo mismo ahora que son mis manos las que te han puesto tan duro?...-
Dije con mofa sobre su oído y sin perder el ritmo al que le masturbaba, empecé a dejar pequeños besos desde el pequeño espacio debajo de su oreja hasta llegar a su cuello, lugar donde cambie mis labios por mi lengua y los besos por lamidas que se encargaban de ensalivar cada porción de la piel de su cuello. Con mi cabeza empujaba la ajena para hacerme espacio en aquel delicioso lugar y finalmente mientras mi mano en su miembro se detenía sobre la punta para que mis dedos masajearan con rudeza su glande, mis colmillos se asomaron de entre mis labios y se clavaron con bestialidad justo sobre la yugular. Con aun mis colmillos clavados en su piel moví mi cabeza de un lado a otro para hacer mas grandes aquellos orificios y tras ello saque de golpe los mismos para simplemente acercar mis labios a succionar la sangre que brotaba escandalosamente de aquellas heridas.
Mientras bebía de su sangre mi mano en su entrepierna se concentraba en seguir provocando el libido de su cuerpo, algo que no era muy difícil en los que eran como él o como yo. Luego de unos minutos, finalmente las heridas en su cuello lograron sanar y la pequeña fuente de sangre se habia convertido solo en manchas rojas sobre su piel. Me aleje un poco de su piel, sintiendo los hilos de su sangre escurriendo de mis labios a mi mentón y cayendo sobre su cuerpo debido a mi posición. Me acerque nuevamente al oído del contrario y con mis húmedos labios pegados al mismo susurre.
-Se suponía venias a matarme y mírate… terminaste alimentándome…-
Solté una risa justo sobre su oído y no espere a ver si su cuerpo le daba para responderme simplemente regrese mis labios a su cuello y les deslice hasta su pecho; formando un camino de su propia sangre que aun llevaba en mis labios. Lleve mis labios hacia su pezón izquierdo y empecé a jugar con mi lengua sobre la aureola de su pezón, recorriéndole de manera insistente, luego cambiando aquellas caricias por empujes de mi lengua a su pezón y finalmente tome el mismo entre mis labios para empezar a succionarle con fuerza, sintiéndole endurecer entre los mismos. Luego de ello pensé que aquella sensible zona también sería una pequeña pero excitante fuente de sangre por lo que mis dientes empezaron a encajarse en aquella zona, masticándole hasta hacerle sangrar, teniendo cuidado de no lastimar más de lo necesario, solo lo suficiente para que entre succión y succión pudiera disfrutar del sabor de su sangre en mi lengua. Al terminar con aquel pezón lleve mis labios a atender el derecho de la misma forma aun procurando que mi mano no descuidara su labor en el miembro del lobo.
En algún momento deje que las caricias de aquella mano se deslizaran hasta sus testículos y que la misma presionara estos de forma ruda, apretujándoles y hasta pellizcándoles, de vez en cuando procurando que alguno de mis dedos alcanzara a presionar su periné. Por otro lado después de terminar con su pecho, me vi obligado a soltar sus manos para poder bajar por su abdomen con una serie de pequeñas mordidas que dejaban una clara huella carmesí sobre su piel y cuando mis labios llegaron cerca de su pubis separe mi mano de su entrepierna y desvié mis labios hacia uno de los costados de su cadera, fui dejando besos que trazaban una línea en diagonal hasta centrarme sobre su ingle y justo en ese lugar fue que de nueva cuenta encaje con saña mis colmillos y luego de asegurarme que las heridas hechas por los mismos fueran difíciles de sanar, empecé a succionar aquella sangre sabiendo que más adelante ya no podría hacerlo. Mientras me alimentaba con su sangre lleve una de mis manos a pasearse por entre sus piernas para luego de ello acomodar dos de mis dedos justo sobre su entrada los cuales presione varias veces contra la misma, amenazando con introducirles, pero dejándoles en nada más que una simple amenaza; lleve esos dedos una y otra vez en un recorrido entre su entrada y su periné y me encargue de presionar esos dos sensibles lugares para obtener divertidas respuestas de su cuerpo.
Finalmente de nuevo mi fuente de sangre volvía a irse terminando y las heridas en su piel empezaban a cerrarse. Con mi lengua limpie las pequeñas manchas de sangre que habían quedado sobre ese lugar y aproveche mi acción para deslizar mi lengua hasta los testículos del lobo, di un par de lamidas a los mismos antes de propinarles una fuerte succión y finalmente, clave nuevamente mis colmillos sobre sus testículos, atravesándoles y tirando de mi cabeza para lastimarles un poco más. Saque mis colmillos de su carne y cuando la fuente de sangre empezó a correr introduje de golpe mis dedos en la entrada del lobo empezando a embestirle con los mismos a un ritmo bastante rápido, lleve mi mano libre a empaparse de la sangre que brotaba de sus testículos y con aquella mano empecé de nueva cuenta a masturbarle de manera rápida y ruda, tratando de llevar el mismo ritmo tanto en las embestidas como en la masturbación; dedicándome a observar las reacciones del otro y sonriendo maliciosamente ante cada uno de sus gestos y acciones.