狩猟 [Gackt]

A veces no era muy capaz de explicarse a sí mismo como demonios terminaba en los dichosos subterráneos de la ciudad. No era algo que pasara todos los días, pero de vez en cuando si culminaba en ese lugar tan desaseado. ¿Cómo terminaba allí? Ten por seguro que curiosidad propia no podría ser. Conocía como la palma de su mano el subsuelo, por lo que tampoco era por mero ocio ni por diversión. Más bien, la razón para estar ahí, acompañado por una encantadora jovencita no era exactamente por diversión, mucho menos si hablamos de “ese” tipo de cosas divertidas. Traerla hasta el subterráneo fue la tarea más fácil en el mundo. Usando aquel encanto natural y quizás hasta esa pizca de coquetería y sensualidad, la muchachita cayó rendida a costa de un par sonrisas suaves y palabrería que practicó más de un millón de veces. Aseguró que la llevaría a un escondite especial en el mencionado lugar y de nuevo, fue víctima de la confianza al dejarse rodear por sus brazos y apegar en lo que fingía ser un cálido abrazo con mínimas intenciones de malicia. Ella misma firmó su sentencia de muerte y él calculó todo fríamente.

Disimuló las verdaderas intenciones en suaves besos por la exquisitez de la suave piel y de repente apretó con brusquedad la cintura de la inocente. La joven se alteró y supo que no había tiempo que perder. Dejando ver aquellos colmillos afilados tal cuales agujas, los rozó haciendo un corte efímero en la piel y acto seguido, los clavó sin señal de piedad de por medio. El forcejeo se hizo evidente, la joven lanzó un quejido de dolor y sin embargo, no fue escuchada más allá del eco de las gruesas paredes del subsuelo. Succionó y bebió cada gota de sangre que brotó de aquel bello cuerpo, disfrutando del exquisito sabor que ese líquido presentaba. Los movimientos de la víctima se hicieron lentos, torpes y pausados hasta caer en el profundo sueño que la muerte representaba. No dejó de beber hasta la última gota y al separarse una de éstas resbaló por la comisura de sus labios. Una muerte espantosa para la bonita y mucho tiempo más de vida para él; cosas de la vida.

Con suavidad dejó caer el cuerpo inerte sobre la empolvada superficie, lo suficientemente oculto para que nadie lo encontrara. De nuevo acababa con la vida de una inocente para saciar esa sed y dejar a un lado la famosa “dieta de hambre” que culminaría con dejarlo demacrado si proseguía. Observó unos segundos más el cadáver y justo cuando lo cubría entre objetos inservibles, detectó no muy a lo lejos un misterioso ruido. No tardó en ponerse alerta y miró a varias direcciones, limpiando con la lengua todo rastro de sangre en su boca que lo delatara. ¿Quién podría rondar por los subterráneos en un momento como ese? No tenía ni la menor idea.

Pronto, comenzó a buscar entre la inminente oscuridad la fuente de todo ruido que ahora creía, fue una botella de vidrio al caer y resbalar por un par de escalones. Su mirada castaña se concentró en ver a través de la oscuridad y sin tener que esforzarse pasó a otro plano. Frente a frente se le reveló una masculina figura, dándole a entender que se trataba de otro hombre, más alto que él pero compartiendo una cosa en común: los dos eran vampiros. No le dio demasiado tiempo a preguntarse quién era ese hombre vestido de negro y cabellos del mismo color que contrarrestaban con sus ojos claros, y mucho menos qué demonios hacía allí, habiéndole seguido hasta allá abajo. Solo pudo arquear una ceja ante el comentario tan tonto que lanzaba, solo hablando por hablar y malgastar las palabras al hacer aquel acto de presencia. No solo lo espiaba y seguía hasta los subterráneos de Thanatos, si no que también se dignaba en darle una opinión sobre la forma en la que mató a la chiquilla aquella.

— ¿Disculpa? —fueron las primeras palabras que dejó escapar. No era como si el comentario le ofendiera, no era tan estúpido. Más que ofenderle decidió tomarlo de otra manera a pesar de no poder responder todo exactamente a tiempo. Siguió con la mirada al vampiro más alto que lo acechaba como si fuera una dichosa presa.

¿Qué se proponía ese tipo? Se quedó completamente quieto mas no tieso, escuchando la susurrante y gruesa voz contra su oído acompañado por los continuos roces de los labios ajenos. Por acto reflejo elevó un hombro para sacarlo de esa área, no muy cómodo por la confianza tan repentina que ese sujeto tenía consigo. Una repentina punzada de dolor provocó que elevase del todo su hombro y después el trazo de la gota de sangre bajar por su cuello. Sintió un inminente escalofrío erizar cada vello de su piel a causa de esa húmeda pero atrevida lengua pasearse sobre su cuello. ¿Pero es que no sabía que eso no se hacía? Odiaba que cualquiera osara a tocar esa sensible área de su cuerpo y ese era un desconocido. No lo pensó ni un segundo más y se volteó para encararlo, después de recibir un simple beso como "consuelo" a su oreja herida y que no tardaría en sanar.

—¿Y qué clase de espectáculo esperabas? —inquirió viéndolo de forma intensa y fija a los ojos, jugando el mismo juego que el otro y comenzando a caminar a su alrededor como si lo acechara. No le hizo nada y tampoco daba indicios de querer morderlo o acosarlo. —De haber sabido que alguien como tú me espiaba, el “espectáculo” habría sido muy diferente. —esbozó una pequeña sonrisa, pasando una mano donde anteriormente había sido mordido y detuvo los pasos al volver a quedar frente al espía. — Creo que no califico como una de esas presas, no soy comestible. —comentó como si ello fuera algo divertido, sin mostrarse temeroso frente a quien se atrevió a medio acosarlo en un primer encuentro. Eso sí, mantuvo la distancia de dos o tres pasos. — ¿Cómo te llamas? —fue directo a la pregunta. Algo le decía que ese vampiro no era uno con el que se podría encontrar seguido y que no era un cualquiera de por ahí.

¿Pero qué…? ¡Sabía que debía haber sido más cuidadoso! Esas palabras que salían despedidas por los labios del vampiro indicaban cualquier cosa menos algo bueno. Dio cada paso hacia atrás que le fue posible ante la amenazaba que se aproximaba, viendo la oportunidad que nunca llegó de escabullirse y zafarse de un posible acorralamiento. Por eso mismo, maldijo internamente al verse contra la fría pared de concreto y justo frente a frente al sujeto que ahora sabía, su nombre era nada más y nada menos que Gackt. Bufó por la presión que era ejercida sobre su cuerpo, que a comparación del que Gackt tenía, era algo más delgado y por consiguiente, “fácil de aplastar”.—Soy Hyde...—dio la respuesta entrecerrando algo los ojos, evitando quejarse por lo molesto que resultaba tener que ser aplastado contra una dura pared de cemento. A pesar de estar siendo aplastado, le fue imposible esbozar una sonrisa de lado al oir la interrogante del acosador. Antes de contestar, movía suave el rostro para evitar que esa lengua continuara con su recorrido.

—Eso quiere decir que soy cauteloso, no que huiré.—la sonrisa desapareció en cuestión de nada y cerró un ojo ante el soplido.

No siendo una muy buena idea comenzar a escabullir las manos para empujarlo, terminó ayudando al pelinegro a sujetarlo de las manos y voltearlo de un giro contra la pared de concreto. Debió casi maniobrar para que el rostro no le chocase con fuerza contra la durísima y malgasta superficie. En vano intentaba girar algo la cara para evitar tenerla contra la pared, fallando y en cambio recibiendo una dichosa burla por la expresión que tenía. De forma inevitable frunció el cejo, moviendo las manos de un lado a otro para que le soltara de una maldita vez las muñecas. Lo que detuvo sus movimientos no fue el rendirse o el dejarse hacer, fue más bien la manera en la que el vampiro se tomaba todo el tiempo que quiso para aspirar su perfume. No siendo tan idiota, se dejó acomodar de manera tranquila y casi obediente. Aprovechó para mirarlo de reojo.

— ¿Te gustan tanto como para tenerme acorralado? —lanzó aquello de manera repentina. —Eso es muy malo. —hizo casi un puchero infantil, suspirando al final tanto que ya parecía resignado a la idea estar acorralado. Esa también era una reacción que sin duda contrarrestaba con cualquiera que se esperara. —Pero sabes…—continuó hablando, parecía tener una idea dentro de su mente y casi un gesto de travesura se daba a relucir en el brillo de sus ojos oscuros. Era casi como un pequeño niño planeando la mejor travesura,o mejor dicho, un pequeño demonio. —Podrían ser más fáciles de apreciar de otra manera. —no aclaró cómo y lo dejó a la imaginación del otro. Movió las manos un poco y le dio a entender de una manera muy simple a lo que se refería; quería que lo soltara. Mientras hablaba no despegó ni un segundo los ojos de quien lo acorralaba y se vio en la obligación de soplar algo para retirar un par de cabellos que debido a tanto movimiento, caían por su rostro para regresar su mirada a éste en la espera de una respuesta o reacción.

Sin dar indicios de querer detenerse en algún momento, las atenciones que daba sobre el miembro de éste eran continuas y aunque movía su mano, los movimientos se veían entorpecidos por las corrientes de placer que hacían que temblara, arqueando con suavidad la espalda y deteniendo por pequeños instantes las atenciones que otorgaba con firmeza. A pesar de ello, hacía lo mejor para concentrarse y no detener por nada del mundo los movimientos sobre su mano, apretando de vez en cuando y elevando y bajando la velocidad cuando lo creía necesario. Escucharlo suspirar de ese modo lo alentaba a continuar con lo que hacía, a querer seguir jugando y no solo ser él quien terminara completamente excitado, deseando escuchar más de esos suspiros que indicaban cuanto el otro lo estaba gozando. Distraído en apegar ambas mejillas, rozó con los labios la oreja ajena, dejando escapar allí todo sonido que no podía contener en su garganta por demasiado tiempo. Su petición aunque acertada, no fue exactamente la que más esperaba. Tomado por sorpresa ocultó la cabeza en el espacio que tenía disponible entre el cuello y el hombro, clavando por la invasión tan repentina las uñas en la mano que posó sobre el hombro contrario para poder sujetarse con más facilidad. Respiró agitado en aquel espacio, donde repartió un par de besos buscando distraer la pequeña nueva molestia que se le sumaba al anterior dígito. Más rápido de lo que pensaba, todas las sensaciones se acumulaban y subían a un segundo nivel, volviéndolo cada vez más necesitado y más gozoso. Inconsciente movía las caderas para hacer aquello más placentero, y así el placer recorriese cada centímetro de su cuerpo, haciéndolo vibrar con gozo y gimotear en esa área donde ocultaba el rostro y mantenía los ojos cerrados.

Elevó el rostro a la par que Gackt lo hacía retirarlo de allí solo para poder así rozar ambos labios, causando placenteros cosquilleos. Retiró la mano que estaba sobre el hombro para posarla sobre una de las mejillas del otro vampiro e impedir que pudieran separarse ambos labios, dejando que lo mordiese y devolviendo sin embargo segundos después las mordidas y lamidas, de esa manera tan característica suya, atreviéndose inclusive a suspirar contra estos. Una vez más, sintió la frustración acumularse al escuchar sus palabras. Todo debía ganárselo pero era tan difícil cuando estaba tan gozoso, jodidamente necesitado y apenas podía concentrarse en seguir con los movimientos de su mano. Por ello mismo entreabrió los ojos para verlo, bajando la mirada hacia la mano que hizo que apretase la mano alrededor de la entrepierna de este, lugar que no dejaba de atender. Sonrió con travesura, como si captase lo que le indicaba. Los separó para hablar y lejos de poder contestarle, escapó un sonoro gemido por la repentina apertura de los dedos ajenos. Un temblor lo sacudió e hizo que arqueara algo la espalda y se sujetara una vez con aquella mano al hombro de éste. Jadeó con la vista baja y varios cabellos pegados a su frente. La posición no duró demasiado y al sentir como de nuevo su tan necesitado miembro era atendido, echó hacia atrás la cabeza y cada vez que la velocidad aumentaba más, más y más gemidos, algunos más agudos que otros, escapaban por sus labios y hacían algo de eco en el lugar.—¡Ah! ¡Mmh! No es just-… ¡Oh~!—las palabras quedaron a mitad, muriendo en su garganta para transformase en más gemidos. Cada segundo que pasaba todo su cuerpo se embriagaba del placer y su mano, aquella que aún estaba posicionada allí, lejos de detener sus movimientos se hicieron algo rápidos y algo lentos en ocasiones que el pelinegro lo hacía gemir con fuerza y temblar.

Mantenía los ojos cerrados aún cuando la lengua del otro se aventuró a juguetear en el interior de su oreja, haciendo que toda su piel volviese a enchinarse y estremecerse, en especial al oír tan sensual y gruesa voz susurrarle. —El cazador siempre tiene sus…trucos.—habló con algo de dificultad, sintiendo fría la humedad en su oído al ser sometido a aquel soplido. Disfrutó cada beso y succión sobre su piel hasta dejarla roja. Le restó importancia al corte sobre su hombro y a la lengua que limpiaba la sangre que brotó del mismo, como si aquello fuera un preciado pero más que delicioso néctar el cual el otro no se cansaba de beber y probar. Si antes gemía con intensidad por las atenciones de la mano del mismo contra su miembro, subiendo y bajando por toda la extensión, pareció enloquecer en cierto punto ante el cambio tan repentino de caricias, provocando pequeñas descargas eléctricas por todo su cuerpo y que lo hacían gimotear con más intensidad, pareciendo estar rozando la locura por las mismas. No fue hasta que las manos de éste buscaron distraerlo con las caricias y que se introdujo el tercer dedo, que un grito se escabulló de su garganta y creó un eco en el lugar. Clavó con más fuerza las uñas en la tersa piel de Gackt, dejando pequeñas marcas rojas. Por momentos su cuerpo se quedó tieso, tenso ante la violenta arremetida, apretando los ojos con fuerza. Pronto fue deformándose su gesto y a medida que acostumbraba pasaba a una erótica cara llena de puro placer, placer que se destilaba por cada uno de sus poros y salían reflejados en sus expresiones y fuertes gemidos, similares a gritos cuando los tres dedos comenzaban a embestir con más fuerza, haciendo que su cuerpo diera pequeños saltitos los cuales el ayudaba al mover algo las caderas. — Ahn—ahogó el agudo gemido que iba a dejar salir en el momento que los tres dedos se abrieron en medio del beso, uno que se tornó fogoso y lleno de pasión y deseo. Ahogó cada sonido, suspiro, jadeo o gemido contra los labios de Gackt. Entreabrió los ojos al sentirlo separarse. Lo escuchó con susurrar con claridad y formuló una leve y apenas perceptible sonrisa que se perdió en los siguientes besos que recibía. Los correspondía todos con gusto, mordiéndole de vez en cuando el labio inferior para volver a juntarlos, memorizándose la textura y el rico y más que adictivo sabor de esos labios.

Sin embargo, Hyde no se olvidaba de aquella área que estaba atendiendo. Aunque se sintiese enloquecido del placer, volviéndose más necesitado y desesperado por ese algo más, no desviaba sus atenciones de allí. Imitando la velocidad con la que Gackt lo embestía con sus dedos, movía más y más rápido aquella mano para así parecer hacerle sentir algo similar a lo que sentía cada vez que éste le embestía con sus dedos, como si fuera el pelinegro quien lo hiciera y apretaba para hacerlo ricamente estrecho y por consiguiente, provocando pequeñas y deliciosas descargas de placer, alternándolas al pasar a acariciar los testículos de éste con dicha mano, regresando de nuevo a aquellas atenciones a toda la longitud del miembro. Quedándose ya casi sin aire no se separaba del beso, siguió devorando los labios ajenos una y otra vez hasta que le paració suficiente. Se separó y le dio mordidas en los blancos hombros al descubierto, trazando una línea con la lengua hasta el cuello que aunque pareció ir hasta su lóbulo, se detuvo en medio solo para así, con sus colmillos, hacer un pequeño corte y lamer cada gota que de sangre que saliese como si fuese un líquido demasiado preciado y adictivo, disfrutando del sabor de las mismas en su paladar. Su mano se deslizó de manera traviesa sobre el pecho del vampiro y uno de sus dedos se dedicó a presionar uno de los ya erectos pezones del mismo y a pellizcarlos, jugándole de cierto modo el mismo juego que momentos atrás, éste utilizó al acorralarlo contra la pared. Mientras, se dedicaba a besarle el cuello justo donde provocó la herida, donde mordió algo más abajo para no lastimarlo y dejó la marca más notable de todas. —Gackt…—susurró el nombre de éste con una voz que sonaba llena de ansias y a su vez, cierto desespero y poca cordura al estar cegado por la lujuria y quemado por el deseo. Dibujó círculos con su dedo pulgar en la punta del ya más que despierto miembro.— Me estás…torturando.–no pudo evitar gemir con fuerza, rasguñando con suavidad el pecho de éste y moviendo más las caderas, demasiado ansioso. Con el mismo dedo hizo presión, buscando arrancarle más suspiros.—Por favor…—susurró subiendo en un camino de besos hasta el mentón, mordiéndolo con exquisita suavidad. Dejó un beso en el área mordida y atrapó los rosados labios del pelinegro, devorándolos a puros besos, lametones y mordidas. De forma desprevenida dio un apretón a la entrepierna de éste, sonriendo con malicia y sin dejar de mover las caderas. Lo miró al tenerlo frente a frente, sufriendo pequeños espamos productos del placer. —Ah, lo quieres tanto como yo, puedo verlo en tus ojos. —le dijo con depravación y una sonrisa lasciva, utilizando un tono de voz endemoniadamente sensual y continuó moviendo la otra que estaba ocupada a una velocidad más rápida, buscando llevarlo a rozar el éxtasis y a la vez no, en una clase de tortura fríamente calculada y que le devolvía al vampiro por habérsela hecho a él.

¿Tan difícil era de entender que eso era lo único que deseaba? Deseaba consumir toda la lujuria que ese íncubo logró despertar en él y que ahora lo había hecho perder la razón y caer en su juego.

¡Estúpido íncubo! Eran los primeros pensamientos frustrados que invadían su mente al ver todo tan lejos y a la misma vez tan pero que tan cerca. Frotó con suavidad su nariz con la otra y escuchar esas palabras lo hacían pensar cuan interesante podría tornarse la situación como también le ponían a pensar respecto a qué demonios pasaría en esta ocasión por la mente del vampiro. El vacío que dejaron los dedos al retirarse fue notable e hizo una mueca de inconformidad. Debió abandonar las atenciones que brindaba al otro, dejando que tomase su mano y aunque en su rostro se reflejaba una mueca, no tardó en quedarse casi embelesado al ver como éste se tomaba la tarea de limpiar su mano, lamiéndola e introduciendo los dedos en su boca, causando leves pero certeras descargas, era todo un estimulo visual. No despegó la vista del pequeño espectáculo con su mano hasta ser rodeado por los brazos más fuertes del vampiro, sintiendo las manos recorrer su espalda tatuada y apretar la piel, causando en ocasiones leves molestias cuando los apretones eran demasiado fuertes, provocando cierto dolor que no pasó a uno demasiado agudo. Dejó salir algo similar a un quejido por el repentino apretón a sus glúteos y relamió por manía sus labios, apegando su cuerpo al del otro inmortal, provocando cierto roce entre ambas pieles. — ¿Una tarea?—fue lo primero que escapó por sus labios y rápidamente su mente comenzó a trabajar en tratar de imaginar que era lo que quería éste en esa ocasión.

Al mismo tiempo que era observado por Gackt, también se dedicó a observarlo, viéndole con una expresión que reflejaba cada cosa que le llenaba, como lo era el deseo y la lujuria. En lo que se vio como un simple movimiento se vio sentado en el suelo y no tardó en notar a Gackt de pie, por lo que pensó de igual modo hacerlo. Iba justo a ayudarse a levantarse con las manos cuando una de las del vampiro tiraban de las propias. Tirado y de cierta forma ayudado por la mano del que estaba de pie, terminó arrodillado en el suelo y pronto se dio una completa idea de lo que éste quería que hiciera y cuál era la “tarea”. Inevitablemente formó una mueca, frunciendo el entrecejo y teniendo más razón que nunca en cuanto pensó que el de cabellos azabaches se aprovechaba del deseo que lo embargaba. ¿Sexo oral? Los juegos del otro vampiro eran de altas expectativas y jamás por su mente pasó que esa fuera la supuesta tarea encomendada. Sin duda, eso demostraba cuánto el vampiro se aprovechaba del deseo que lo quemaba. Aún cuando no estaba entre sus intenciones mirarle a la cara, los dedos ajenos le hicieron levantar el rostro y mirarle, teniendo justo al frente el excitado miembro del otro. No lo miró ni por un segundo, dedicándose más bien a observar los ojos claros que el íncubo poseía y aprovechando el hecho de que el dedo de éste se paseara por la cercanía de su lengua, lo mordió un poco, sin ejercer la suficiente fuerza para que doliera. Cerró un ojo al sentirlo restregar su entrepierna contra la mejilla expuesta y mordió un poco más el dedo que atrapó entre los dientes, viéndose obligado a soltarlo momentos después en el que dejaron más claras que nunca las intenciones de la “tarea” que le era asignada.

—Eres un aprovechado. —le reclamó por lo que pedía que hiciera, removiéndole la mano para que le soltara el mentón y al tenerla libre pudo limpiar el rastro de líquido pre seminal que fue dejado sobre la mejilla en la que el ya mencionado se restregó. — ¿Qué sucedería si no lo hago?—inquirió arqueando una ceja, mas sin embargo buscando impacientarlo a no comenzar a hacer lo que tanto se notaba que el más alto anhelaba. Sonrió con malicia, como si en su mente estuviese trabajando para hacer otra cosa y quizás por fuera reflejándose más como un acto de perversión. Sumisamente asomó la punta de la lengua la cual acercó a la punta del miembro, deslizándola sobre la misma de forma lenta pero placentera. Para facilitar su tarea, sujetó el mismo con una mano, volviendo a dar varios lametones a la misma área. Las lamidas se desviaron, primero comenzando a dar una desde la punta hasta la base y luego desde la base hasta la punta, donde dibujó pequeños círculos con la lengua a la par que cerraba los ojos. Sopló un poco sobre la punta. — ¿Sabes algo, Gacchan?—comenzó a mover la mano con la que sujetaba el miembro, masturbándole de manera pausada y suave. Abrió los ojos. —Yo también puedo jugar a tu juego. —hablaba sin abandonar las atenciones con su lengua y mano, acercando cada vez más la boca al excitado miembro. Posó los labios sobre la punta y lo introdujo de forma leve, fingiendo querer introducirlo en su cavidad bucal mas sin embargo, lo apartó de un solo movimiento y no lo dejó entrar. Esbozó una sonrisa traviesa y movió más rápido su mano, repartiendo un par de largas lamidas.—Y si quieres esto, también tienes que ganártelo. —le jugó de la forma en la que Gackt lo hizo con anterioridad, dejándole a la imaginación el como ganarse lo que el vampiro tanto deseara que hiciera con su boca. En la búsqueda de distraerle los pensamientos justo del modo que el vampiro lo hizo con él, continuó lamiendo la punta del miembro de forma pausada y suave, tan lento en ocasiones que aunque placentero, también se podía tornar en una de las más deliciosas y exquisitas torturas.

De manera brusca vio lejos de su boca el miembro que anteriormente atendía con la ayuda de los labios, retirando el mismo pelinegro todas las atenciones del mismo para solo topárselo de frente, observándolo con una mirada tan fría y seca que algo le hacía saber, eso no saldría demasiado bien. La mano acariciándole creaba una falsa seguridad que él mismo detectó, quizás demasiado tarde pues distraído observándolo fijamente, fue tomado del cuello con tal fuerza que le arrebató el aliento sin previo aviso. Separó los labios en la búsqueda de recuperar el aliento, fallando en cada intento que hacía y que fue impedido por los labios del vampiro robándole el poco aire que sus pulmones lograban obtener. Posó las manos sobre que la que vilmente y sin piedad lo ahorcaba, sin dar indicios de corresponder el beso pues aún andaba en la búsqueda del preciado oxígeno que sus pulmones necesitaban. Apretó los ojos con fuerza una vez fue empujado con brusquedad, cayendo con fuerza contra el suelo y apenas tosiendo para poder respirar con normalidad. Tosió un par de ocasiones, llevándose la diestra al área anteriormente apretada y pudo distinguir y oír con claridad los pasos ajenos alejarse, al parecer en la búsqueda de algo. Con la izquierda se acomodó en el suelo para así poder sentarse y ponerse de pie, respirando agitado a causa de estar recuperando el aire arrebatado. Mas sin embargo, se sintió tan lento como nunca en su vida. Esa nueva molestia en el área de las muñecas le indicaba que había sido amarrado otra vez más. Al verse impedido de sus movimientos, comenzó a forcejear para soltar el amarre y mientras lo hacía, era a su vez llevado de nuevo contra el muro donde momentos después se vio amarrado, apenas rozando con los pies el suelo. De nuevo había terminado atado todo por una “desobediencia”. Se ahorró gastar palabras en discutir sobre ser una presa afortunada o desafortunada y al sentir como era despojado de los pantalones y la ropa interior, movió algo inquieto las piernas en un vano intento de resistencia, terminando completamente desnudo y expuesto frente al vampiro. Frunció el entrecejo irritado, notando el cinturón moverse.

—N--… ¡Aah!—apretó los ojos con fuerza dejando escapar un alarido de dolor, sintiendo el cuero azotar contra su blanca piel hasta dejar una fuerte marca roja en su costado. Mordió su labio inferior con fuerza lastimándolos, apretando los ojos y removiéndose a causa del dolor y escozor que el golpe representaba. Las palabras aún no salían de sus labios, adolorido por el golpe lo que decía Gackt solo lograba que apretase los puños que ahora había formado, enterrando las uñas en las palmas de su mano, haciendo que las palabras le sobraran en un instante como ese. El segundo azote fue más doloroso que el primero e hizo que se removiera más, ahogando los gemidos adoloridos que se agolpaban contra su garganta, lastimándola. —No, basta.—se movía de manera inquieta en la búsqueda de soltarse, manteniendo los ojos apretados y por ello no pudiendo ver la depravada imagen del otro masturbándose, deleitándose con la imagen visual que representaba el tenerlo sometido y desnudo, siendo golpeado por aquel negro cinturón ahora usado a modo de látigo. Formando un patrón, el resto de los golpes no tardaron en llegar, sintiendo más dolor con cada uno de estos, apretando los puños y sin ya poder contenerlos, dejaba escapar fuertes alaridos y gemidos de dolor. Sus músculos se tensaban y contraían a causa del dolor que cada azote representaba y su piel se tornaba roja, marcada con las gruesas líneas que dejaba el cinturón al golpearlo. Cuando el patrón de azotes hubo culminado respiró agitado, dejando de apretar los puños anteriormente formados y ahora teniendo pequeñas marcas hecha por sus propias uñas en ellas. Aún sufría de pequeños temblores y mantenía la cabeza agachada, ocultada entre sus cabellos castaños.

Vio a éste pasar a su lado de forma que se acomodaba detrás de él y pronto, sintió la presión del miembro de éste contra su entrada, haciendo algo de fuerza hasta solo ingresar en su interior una pequeña parte de éste, provocando contracciones en los músculos de su necesitado cuerpo. Separó los labios rojos por las mordidas que él mismo les proporcionó, en la búsqueda de responder, saliendo en cambio quejidos por los brazos rodeando su amoratado cuerpo. —Tú…lo haces sufrir. —respondió algo agitado. Pronto las posibles quejas que podía dejar salir se convertían en gemidos algo desesperados que no pudo agolpar contra su garganta por las fuertes atenciones sobre su excitación, haciendo que removiese más el cuerpo entre los brazos de Gackt, entrecerrando los ojos y arqueando algo la espalda, apenas pudiendo tocar con la punta de los pies el suelo y aún sintiendo con claridad parte del miembro sin introducir del todo en su interior, haciendo aquello más tortuoso y desesperante para sí. —Nnh…detente, Gackt, por favor. —casi parecía rogarle por lo que hacía, pidiéndole que se detuviera, convirtiéndose todas sus palabras en suplicas que jamás serían escuchadas ni atendidas por el vampiro. El brillo de la navaja provocó que levantara el rostro y se movió más inquieto, casi como si prepara su cuerpo de manera mental para lo siguiente. Cada corte hecho provocó inminente dolor, dolor que dejaba salir por sus labios en forma de alaridos que solo lograban excitar al más alto, quien sin vergüenza y con mucha depravación se masturbaba con la imagen. No solo todo su cuerpo dolía por los moretones, ahora se le sumaban aquellos cortes, haciendo que sus ojos se aguaran a causa del dolor y de la molestia que reflejaba estar tan sometido de ese modo. Entrecerró los ojos viendo la lengua ajena limpiar la sangre y saborearla, causando cierto ardor en el área hasta que las heridas se cerraron conforme pasaron los segundos pero no por ello sanando las marcas violáceas sobre su piel. Segundos después pudo enfocar la imagen del otro aún masturbándose y luego sentir con cierto desagrado el semen caer sobre su piel, manchando no solo su pecho, sino que también parte de su rostro.

La viscosidad del líquido resbaló por su piel, y en la búsqueda de quitarlo de su cara, volteó el rostro en el intento de removerlo del área, usando su brazo atado para ello. Ya algo “limpio” su rostro pasó a observar a quien lo sometía, padeciendo de pequeños temblores y viéndose desde allí sumiso, quizás levemente temeroso por el castigo al que fue sometido y todo su cuerpo aún adolorido, temblando con suavidad por ello. No podía hacer mucho estando atado, solo poder “ofrecerle” algo al más alto para que lo soltara, sintiéndose de cierto modo humillado por la posición en la que estaba. Pudo finalmente hablar, separando los labios maltratados por las mordidas que anteriormente les propinó. —Yo…—pareció pensar sus palabras y pasó saliva para humedecer su garganta, sintiéndola seca. Levantó el rostro para verlo, aún teniendo rastros de la esencia de éste manchando su rostro y pecho, mas sus ojos ya no se notaban tan acuosos como antes. —Me portaré bien y seré disciplinado.—musitó moviendo algo las muñecas que por estar soportando todo su peso estaban rojas, lo que indicaba que pronto terminarían por convertirse en más moretones, sumándose a los que ya estaban repartidos por su cuerpo que eran mucho más grandes en tamaño y más dolorosos. Siguió hablando momentos después, observándolo con varios cabellos cayendo sobre su rostro. —No volveré a desobedecerte ni volveré a intentar jugar a tu juego.—sentenció, observando en dirección al otro vampiro que estaba a dos o tres metros de su cuerpo, relamiendo sus labios en la búsqueda de que el dolor sobre ellos pasara y a pesar de eso seguían algo hinchados, rojos y maltratados. Se sentía horrible y vulnerable además de enfadado, sentimientos que lo invadían junto al dolor físico que no dejaba de atormentar a su cuerpo desnudo, atado y golpeado. Esperaba que aquellos ofrecimientos pudieran bastar para que lo soltara y no volviese a pegarle de aquel modo, haciendo que su cuerpo doliera y quedara con marcas que tardarían varios días en irse y le recordarían cuan “desobediente” fue y el costo tan alto de haberlo sido.

Estaba tan concentrado en poder brindarse ese placer a sí mismo y a la vez complacer al otro que no se fijó en el pelinegro, la forma en la que descaradamente se masturbaba viendo la imagen y como tarde o temprano, terminó por acercarse por razones que para ese entonces, desconocía. La mano con la que se tocaba no dejaba de moverse en aquel vaivén, de abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo, cada vez más rápido y cada vez gimiendo con más audibilidad, manteniendo el repentino tono colorado que sus mejillas adquirieron ante el pensamiento de estar siendo observado haciendo tal acto. Pronto y desprevenido, los fuertes brazos del otro lo rodearon y detuvieron todos los posibles movimientos que pudiera efectuar. Por unos instantes a su vez, un pequeño temor se apoderó de sí, con la idea de que “no lo había hecho bien” y que por consiguiente, tal vez volvería a atarlo y hasta a golpearlo. De algún modo la preocupación se fue al verse abrazado y caminando hacia atrás, con la pared como objetivo principal de modo que en un par de segundos el otro comenzó a deslizarse contra la superficie y él, al estar siendo abrazado, comenzó a bajar junto al susodicho hasta quedar sentado entre las piernas del vampiro. Sin aparente protesta accedió a que tomase sus manos y notar como las utilizaba para que se tocase a sí mismo, recorriendo la blanca piel de los muslos y el interior de los mismos con las manos más grandes del otro vampiro como su guía. Mantenía las piernas no demasiado abierta ni cerradas hasta que con firmeza fue obligado a abrirlas por sus propias manos, quedando así con las piernas abiertas. Por un momento quiso cerrarlas más se contuvo; se sentía expuesto pero a sabiendas de que una queja o bufa podría invertir todo a como estaba unos momentos atrás, tuvo que acallárselas.

—¿Y cómo podrían dejar de ser tímidas?— intentó remediarse de algún modo de su “error”. No necesitó respuesta y tal cual adiestramiento, el otro comenzó a guiar sus “tímidas” manos por el área de los muslos, acariciando tanto él como el otro la piel del área, hasta que el recorrido culminó en su miembro, no sorprendiéndole del todo pero sí haciéndolo las caricias tan necesitadas pero no por ello esperadas. En un pequeño gesto de sorpresa sus labios se separaron, saliendo de entre éstos un corto jadeo, sufriendo apenas de un pequeño sobresalto causado al apretón y lo masajes sobre los testículos, brindando corrientes de placer que hacían a su cuerpo reaccionar y que su ya un tanto malgastada garganta por los gritos no pudiese contener los gemidos suaves pero audibles que se avecinaban. Siguió de la forma “obediente” que Gackt exigía el recorrido de la otra mano que se acercaba peligrosamente a su entrada, pudiendo palparla con la yema de los dedos y luego con estos mismos. Ello causaba una notable sensación de desespero por no poder conseguir aquello que ya buscaba con desesperación y ansias, haciendo de todo aquello una formidable tortura, tan lenta para desesperarle y tan rica como para no poder pedir que se detuviera. Jadeó necesitado y ladeó el rostro a un costado y usando sus dedos ahora posicionados “estratégicamente” sobre su entrada, las caricias comenzaban a impacientarlo más.—Mm…sí, lo siento. —murmulló de forma apenas audible y no pudiendo detectar la sonrisa maliciosa, la misma introducción de los dedos propios lo sobresaltó y causó que respingara. La sensación aunque extraña no perdía lo placentero por lo que tarde o temprano comenzó a prácticamente ayudarlo con lo movimientos, moviéndose casi de forma autómata sus manos en la búsqueda de más placer al tener algo (sus dedos) dentro de sí. Por momentos aprovechó para escabullir su cara en medio de todos sus cabellos que por la sudoración iniciaron a estorbar y pegarse contra la piel en la frente.

Pegó un fuerte gemido al instante que otros dos dígitos que estaban lejos de ser suyos se mezclaban en el vaivén tan placentero. Con ayuda de las manos que lo guiaban y en esa posición, era capaz de sentir el propio contraer de sus paredes. Echó de golpe la cabeza hacia atrás y la colocó sobre uno de los hombros de Gackt, separando los labios para gemir con fuerza, acostumbrándose a la sensación que producían los cuatro dedos dentro de sí. Apretaba los ojos cada vez que las sensaciones eran demasiadas, haciendo que todo su ser temblara. Sumido en el placer dejó que sus manos fueran de llevadas de nuevo hacia su miembro. La velocidad de los dedos, sumado al rápido ritmo de la masturbación y los certeros apretones lo hacían sentir extasiado por todo el placer que sentía y lo embargaba por completo. — ¡Ah, sí! ¡Ahh!—gemía con fuerza, derritiéndose de placer con el aumento de la velocidad que lo hacía rozar el tan ansiado éxtasis. Entre los brazos del de ojos claros su cuerpo sucumbía al placer, guiada sus manos por las ajenas temblaba a causa de las sensaciones y arqueaba con suavidad la espalda, moviéndose entre los fuertes brazos. El placer era tal que lo hacía olvidarse del dolor que momentos atrás era imposible de olvidar. — ¡Mmh! ¡Oh!—con la cabeza descansando sobre el hombro de éste, aprovechó la ocasión para buscar los labios del mismo, moviéndose sin abandonar los movimientos que ambas manos llevaban a cabo. Como pudo atrapó los labios en un beso hambriento, mordiéndolos sin ser tosco, pero con todas las intenciones de arrebatarle el aliento y no dejar de besarlo hasta que así fuera. Su mano se movía casi por cuenta propia conjunto a la ajena, aumentando la velocidad de la que utilizaba para masturbarse mientras la otra mantenía el ritmo rápido pero no por ello menos placentero. Por su cuenta rompió el beso momentos después, sintiendo que la desesperación y rapidez de los movimientos terminarían llevándolo a la cúspide del clímax, esa liberación al enorme placer que lo embargaba y se comenzaba a acumular en forma de cosquilleos alrededor de la zona baja del abdomen.

— ¡Ah, si…si sigues así…yo, oh!—apenas podía hablar de lo gozoso que estaba, siendo todo su cuerpo una no tan victimaria presa del todo el placer que ese íncubo le brindaba. De un momento a otro no pudo aguantar más y sus palabras no se equivocaron. Considerando lo excitado que estaba y que no era la primera vez en ese momento donde era tocado de esa forma y ahora que todo era más intenso, una cosa terminó llevando a la otra. Su cuerpo padeció de una sacudida y su musculatura se tensó, apretando los dedos que se movían con rapidez en su interior. Con un fuerte gemido arqueó la espalda colocando la cabeza sobre el hombro ajeno, gimoteando un par de cosas apenas entendibles mientras llegaba al orgasmo con fuerza, manchando las dos manos que se movían sobre su miembro. Poco a poco fue relajando los músculos con los ojos entrecerrados, respirando un tanto agitado en la búsqueda de poder regular la respiración, sin mirar aún el pequeño desastre que había dejado más abajo.

De forma más que repentina, sus movimientos se vieron de nuevo limitados por las otras manos, sujetado y con las suyas tras la espalda, cayó sobre el pecho del pelinegro al punto de no poder continuar moviéndose con libertad, solo siendo embestido por el continuo movimiento de caderas de éste. Atrapó por unos lapsos de segundo entre los dientes los labios propios, propinándole una mordida y manteniéndose así aún cuando lo oía hablar. No fue necesario dárselas de adivino para tener una idea de lo que podría sucederle después aunque debía admitir, debió tragarse el comentario que iba a escabullirse de sus labios. Bastó con un simple giro para quedar bajo el vampiro y la inminente sensación de vacío le indicó, éste se retiró de su interior. Quedó de la nada en el suelo con el otro observándole desde arriba. Lo observó transpirando y algo jadeante, haciendo algo de resistencia a que le abriera las piernas y cuando no lo consiguió, solo una terrible e intensa sensación de dolor se apoderó de su cuerpo. Tembló a causa de la misma y ahogó un alarido en la garganta lastimándola más de la cuenta. Una de sus manos se acercó al pie e intentó alejarle, ignorando por momentos el comentario que lanzaba el pelinegro por concentrarse en la búsqueda de quitar el pie de allí, retorciéndose en el intento de alejarle el pie.—Ugh.—se quejó cada vez que presionaba con más fuerza, arrugando el cejo y sin dejar de hacer el intento de quitarle el pie. ¿Amo? ¿¡Amo!? Eso era el colmo. Tiempo no tuvo para quejarse, más lo que sí pudo dejar salir fue un par de alaridos similares a gritos, cargados de dolor por la creciente presión y sin dejar de intentarlo quería sacar el pie de allí.

El alivio apenas fue de breves segundos, pues aún dolía su miembro cuando éste le agarró tan bruscamente por el pelo. Lanzó un quejido y llevó las manos para impedir que siguiera tirando con tal brusquedad, apretando los ojos y con trabajo y aún adolorido, tuvo que arreglárselas para levantarse aún con el cuerpo tembloroso. El dolor en aquella parte apenas comenzaba a pasar y sumado al de su cabello, solo pudo levantar la cara para observarlo directamente a los ojos. Su cejo estaba fruncido y su mirada denotaba mucha más molesta que la vez anterior. Esa vez iba a objetar, lo iba a hacer hasta que la cachetada silenció todo intento y lo llevó directo contra el suelo. Por instinto llevó una mano al área golpeada y como las veces anteriores, volvía a sentirse lento. Tras ser acomodado de manera tosca, sosteniéndose apenas por sus brazos le vio frente a sí y entrecerró los ojos ante la manera tan bruta en la que lo tomaba del rostro y le clavaba las uñas, arrancándole un suave quejido por esta acción. Se sostuvo con una mano y buscó retirar la ajena de su mejilla ahora marcada por las uñas del pelinegro y que también dolía por la anterior bofetada.—¿Qué?—apenas pudo soltar dicha interrogante y una idea se fue formulando muy bien en su mente a medida que lo vio alejarse hasta estar detrás suyo. ¡No de nuevo! Miró hacia atrás visualizando el cinturón y quiso moverse para evitar aquello, mas fue detenido por el terrible dolor que significó la hebilla golpear contra su espalda, dejando primero una marca roja y debido a que como vampiro sanaba mucho más rápido, el golpe no tardó en convertirse en un moretón.

Gimió de dolor y apretó los ojos, todo esto sin dejar de sostenerse. Tembló por el dolor y sus brazos desearon flaquear cuando recibía cada azote. Soportó cada uno de ellos, aguantando el dolor horrible que representaba tener que ser golpeado con el metal de la hebilla, hiriendo su piel y provocando llamativos moratones en sus glúteos y espalda y un dolor que se esparcía por todo su cuerpo, haciéndolo quejarse y dejar salir alaridos un tanto sonoros golpe tras golpe. La respiración se le agitó y su cuerpo no pareció querer resistir más, cayendo contra el suelo en el golpe número siete. Respiraba con cierta dificultad y sus músculos se contraían a causa del dolor al que estaba siendo sometido, lanzando otro quejido aún contra el suelo. Con dificultad y un cuerpo tembloroso, se incorporó para quedar en la posición anterior y quitar la cara del sucio suelo la cual limpió haciendo uso de una mano. Se sujetó firmemente y antes de lo esperado, los golpes regresaron. El cuero al chocar contra su piel le quemaba y sumado a la hebilla, todo era muchísimo peor. Sus quejidos y alaridos eran más continuos, sufriendo de respingos cada vez que la hebilla azotaba contra su espalda, glúteos, costados y piernas, marcándolos terriblemente y dejando notables marcas rojas que no tardaban en tornarse moradas. Apretó sus puños al punto de clavarse las uñas en las palmas y herirse un poco por esto, al igual que mantenía los ojos cerrados y el rostro agachado y oculto entre los cabellos castaños. Esta vez logró soportar golpe tras golpe hasta el número diez que al llegar sintió la necesidad de colapsar contra el suelo más lo evitó. Permaneció en la misma posición, jadeante y adolorido, temblando y con el cuerpo marcado por los golpes sometidos. Alguno de ellos ardían y otros hacían que su cuerpo temblara más. Respiraba por la boca recuperando el aliento arrebatado por los alaridos que soltó y como pudo, fue colocándose de rodillas en el suelo, mirando hacia arriba en un primer instante y luego observando a Gackt de soslayo.

Como pudo pareció gatear hasta donde éste estaba, viéndole desde abajo y en un rápido movimiento, tomó la correa por la hebilla y se la arrebató con fuerza, lanzándola sin dudar con gran fuerza hacia la lejanía y fuera del alcance del otro, solo escuchándose el azote que dio contra una de las paredes y el polvo que se desprendió de ésta. —Aprendí mi lección, Gackt. —le llamó desde el suelo, esta vez colocándose de rodillas y jalándolo por el abrigo para que se doblara, apenas rozando los jadeantes labios contra sus semejantes. Sus palabras no sonaban llenas de lástima o de una persona que quería llorar o enojada, más bien eran neutras al igual que las expresiones en su rostro. —Para poder demostrarme que soy tuyo, no necesitas hacer eso. —le dejó en claro, sin ser grosero, sólo diciéndolo. —En lugar de golpearme…—dejó la oración sin terminar y le tomó por las mejillas sin ser brusco, todo lo contrario a como el pelinegro estuvo tratándolo con anterioridad. Aunque en el interior deseara prácticamente tomarlo por el cabello y hacerlo comer tierra, no lo hizo, más bien le demostraba que no necesitaba ser sádico ni nada similar para lidiar con todo el asunto. Si no le funcionaba contradecirlo, seguirle el juego era la otra alternativa. En un suave roce le besó, primero un pequeño beso y luego uno más prolongado, todavía sosteniéndolo de las mejillas y haciendo que estuviese doblado para eso. —Hazme tuyo. —susurró contra los labios de éste todavía tomándolo por las mejillas, sintiendo espasmos en los músculos de su espalda al tener todavía dolor, apenas aliviándose un poco por lo fuerte de los azotes. La oración sonó lejos de ser una orden y más como una petición al más alto de los dos.