Words under the moon. [Libre]

-Entonces tu te mojarás-
Rió al escucharlo e hizo un puchero, quejándose luego por la mordida en su hombro, aunque realmente no le había dolido, manoteo su pecho más de una vez.
-No, deja de morderme!-
Reprochó infantilmente como siempre solía hacerlo, aunque en el fondo le parecía divertido, luego paso su mano por su frente después de que había dejado esta cubierta de saliva al lamerlo.
-No hagas eso tampoco-
Rió de nuevo cuando su vista se vio ligeramente opacada por unos instantes, debido a la bruma que se alzaba a sus pies y le producía un poco más de frío en sus desnudos muslos, por lo que se hizo un ovillo tratando de cubrirse lo más que pudiera con el grueso y largo abrigo, para después tomar el rostro del otro y acercarlo al suyo para lamerle ambas mejillas y luego delinear sus labios con la punta de su lengua, sonriendo divertido mientras tanto.

Rió antes los reproches de Jin. Se detuvo, pues notó que se arrullaba más. Lo aprisionó y abrazó con las piernas y brazos, cubriéndolo tanto con su cuerpo como con su abrigo. Atrapó su lengua entre los labios, la cual mantuvo unos segundos antes de transformar eso en un beso, pues desde hace un rato estaba deseoso de volver a acariciar sus labios con los propios. Deslizó los mismos luego de unos segundo, por su mejilla hasta llegar a su oído. - Ya está helando. - Había hecho el comentario más por el chico que por él mismo, pues sabía que el licántropo debía mantener una temperatura corporal. Él en cambio, estaba... como dijo hace algunos minutos atrás, muerto.

Jaló un poco su lengua luego de que está fuera aprisionada por los labios ajenos, haciendo esto por jugar, pues a decir verdad, le gustaban los labios del otro, por lo que gustoso correspondió a lo que era ahora un beso, en el cual se dejo llevar imitando los movimientos del otro.
-Pero estoy cómodo así-
Hizo un puchero y comentó tras escuchar el comentario, pues si sentía un poco de frío, pero no era algo a lo que no estuviera acostumbrado y no pudiera soportar, así que se aferró más a su cuerpo y buscó sus labios una vez más, dándole un beso más profundo e íntimo, disfrutando de este modo ese suave roce y aventurando su lengua dentro de la boca ajena con algo de timidez, mientras sus manos empuñaban la camisa del otro con un poco de fuerza.

Correspondió, rodeando su cintura con los brazos, de una forma protectora y apegándolo más a su cuerpo. A un ritmo lento, agradable, dejó entrar su lengua para ser recibida con gusto por la propia, iniciando un juego, un laberinto entre ambas. Una mano fue llevada a su cabello que estaba en su rostro, despejando el rostro del licántropo de éste, que fue llevada en un instante a su nuca, atrayéndolo más aún, profundizando aquel beso. Degustaba el sabor de sus labios y la suavidad de su lengua, observando su rostro con los ojos entreabiertos, los cuales cerró unos segundos después.

Se separó con suavidad de sus labios, lamiendo traviesamente éstos con la punta de su lengua, cual gato, antes de volver a besarlo, abriéndose paso por su boca. Con la mano libre, acarició su mentón, su cuello, sus clavículas, delineando éstas facciones con el índice, en un tacto delicado casi como si estuviera tocando un objeto de cristal, que se quebraría al tacto más suave y cuidadoso.

Se estremeció un poco por las caricias del otro, pues al ser tan superficiales le provocaban un pequeño cosquilleo junto con una ligera risilla, en especial cuando su lengua jugueteaba en sus labios de aquella forma, cerró los ojos, dejándose guiar así por el resto de sus sentidos.
Se giró un poco para tomar una posición más cómoda, pero sin cortar el beso en ningún momento, termino por sentarse sobre sus piernas, con las propias a los costados de sus caderas y sus brazos rodeando su cuerpo, palpando su espalda con la yema de sus dedos, mientras jugaba con la lengua del otro y en ocasiones apresaba su labio inferior, apretándolo entre los propios y usando como pretexto el frío que se sentía un poco más intenso, para meter sus manos debajo de las mangas de su camisa, acariciando así sus brazos, aunque realmente el clima no le molestaba en lo más mínimo, se acomodo apegándose hasta que sus pechos se juntaron, haciendo todas estas acciones sin desatender el beso.

Lo tomó por la cintura con firmeza una vez el chico se volvió a acomodar. Lo cubrió con el abrigo y coló sus manos por éste para acariciar la piel de su cintura, levantando un poco su camisa, masajeando sus costados. Ambas manos bajaron un poco más hasta agarrar con determinación glúteos, pasando a la parte baja de su espalda y luego a la espalda misma, apegándolo contribuyendo a que sus pechos -que ya estaban apegados- no se separaran. Introducía su lengua con descaro, invadiendo, poseyendo su boca como si el mundo fuese a terminar. Se separó unos milímetros, tomó aire y volvió a besarlo, un beso más corto que el anterior, pues ésta vez sin dudarlo, pasó a su cuello, dejando un húmedo camino hasta legar a él, mordiendo con suavidad y succionando a ratos su piel, dejando una que otra marca sobre su tersa piel; una que otra pequeña y minúscula herida producida por la punta de sus afilados colmillos.

Subió hasta llegar al lóbulo de su oreja, jalándolo un par de veces mientras su respiración se depositaba en aquel lugar, casi como si lo estuviera acosando. Regresó a sus labios, retomando el intenso y apasionante beso que habían tenido hace unos instantes.

Se estremeció cuando sus manos tocaron su desnuda piel, pues estas eran notablemente más frías, aunque esta sensación resultó ser de todo menos desagradable, por lo que permitió que sus manos se pasearan libremente por su cuerpo, mientras las propias recorrían su ancha espalda por debajo de su ropa de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, enterrando un poco los dedos en su piel, a la vez que le daba total acceso a su lengua dentro de su boca, la cual atrapaba entre sus dientes y la enredaba con su lengua disfrutando de sobremanera cada roce entre ambas.
Con desapruebo se separó de los labios ajenos, el cual se reflejaba en la mirada que le dedico al otro por unos instantes pues esta cambió en cuanto su cuello se vio cubierto por la humedad de la saliva ajena y un apenas perceptible dolor en su piel, como si lo pincharan con dos agujas, aunque sabía que se trataban de los colmillos del vampiro, estiró el cuello para darle más libertad, así como una indicación de que le agradaba lo que hacía.
Suspiró cuando su oído fue invadido por el sonido de su respiración y el choque de esta contra su piel, pues le había provocado un escalofrío que culminó en un pequeño cosquilleo en su vientre.
Apoyo sus manos en su cadera y se ayudo del agarre de estas, para ondular las propias contra las del otro y así crear una placentera fricción entre sus miembros, recibía el beso del otro con gusto, de forma apasionada, acudiendo de inmediato al encuentro de su lengua, aunque dejando que el otro marcara el ritmo de este.
Se quitó el abrigo pues más que nada comenzaba a molestarle, pues no solo limitaba sus movimientos, sino que ya no lo necesitaba pues ya no sentía frío, seguido de esto infiltró sus dedos debajo de la tela de su pantalón, donde acariciaba un poco de sus glúteos y luego delineaba los huesos de su cadera de forma provocadora y lenta.

Un suspiro se ahogó en la boca de Jin producto de aquel rose tan provocativo entre sus entrepiernas. Sus manos se aventuraron a delinear todo aquel pequeño cuerpo que tenía encima, dedicándole atención a cada rincón de su piel, todo con la yema de los dedos, haciendo de este mismo tacto a veces imperceptible, donde las afiladas uñas terminaban rosando con peligrosidad tez tan suave y tersa. Sus piernas fueron su entretención mayor. Aquellos llamativos muslos, que causaban un cierto nivel de éxtasis al tocarlos; los arañó, con suavidad, fue como si un bisturí cortara superficialmente el cuero, sin dejar rastro, sin causar herida.

El ningún momento el beso se vio interrumpido. Se estremeció... al momento que Jin tocó sus glúteos y el hueso de su cadera, se iba estremeciendo con aquel sensual contacto. Sus manos estaba tibias y junto a la humedad y frialdad del aire, le provocaban algunas sensaciones entremezcladas. Mordió su labio inferior, sin mucha delicadeza, jalándolo. Una pequeñas gotillas de sangre surgieron de él. volvió a poseer sus labios entre los suyos, para que aquella sangre terminara en la boca, por muy poca que fuera, le encantaba.

Su cuerpo comenzaba a temblar, aumentando conforme las manos del otro llegaban a otros lugares de su cuerpo por donde no se habían paseado antes, aquella helada sensación que dejaban sobre su cuerpo, la cual se iba desvaneciendo aunque el clima estuviera incluso más frío y la razón era que su cuerpo empezaba a incrementar su temperatura. Sus afiladas uñas se encargaban de erizar cada centímetro de su piel, pues en aquel momento hasta el más mínimo de estos sería significativo, debido a su libido que se iba acrecentando rápidamente.
Lentamente y con los mismos movimientos insinuantes, llevó una de sus manos dese su cadera hasta su cinturón, el cual aflojó al igual que desabrochó su pantalón, con la única intención de poder mover sus manos con mayor libertad en su cadera, pues no llevaba ninguna prisa.
Un pequeño gruñido salió de sus labios cuando el otro lo mordió, no obstante no le tomó importancia y continuaba besándolo, arañando en ocasiones el mismo con sus propios colmillos para que la herida se agrandara y sangrara un poco más, mientras que la mano que había desabrochado su pantalón, bajaba por las piernas ajenas, presionando un poco mientras la otra, se deslizaba por su cadera hasta delinear una de sus ingles con su indice y luego la parte interna de su muslo para volver a subir en una suave caricia.

Se estaba excitando cada vez más. Aquellos movimientos causaron que tomara la cintura de Jin para apegarlo más aún. Al momento que su pantalón fue desabrochado, sintió cierta comodidad y libertad, pues éste le estaba ya molestando un poco. Jugó con la pretina de sus ropas, introduciendo apenas los dedos por debajo de éstas, concentrándose luego en la de la camisa. Poco a poco la fue desabrochando, paseando con firmeza y deseo una de sus manos, desde la parte baja del ombligo hasta su cuello. La otra en cambio, viajó por espalda en un recorrido similar.

Con lentitud se separó de aquel beso, pasando a su cuello que sería atendido con besos y mordidas, mientras la mano que se encontraba en su pecho jugaba con uno de sus pezones, haciendo movimientos circulares sobre él, tomándolo entre los dedos índice y pulgar para masajearlo y jalonearlo. De su cuello, pasó a sus clavículas, ensartando con suavidad sus colmillos, dejando dos pequeños agujeros sobre su piel. Todo esto, mientras que de apoco lo iba inclinando hacia atrás, sosteniendo todo su peso en la mano que se encontraba en la espalda del chico. Mientras más bajos eran los besos, más lo iba inclinando.

De forma instintiva puso una mano sobre el cabello del otro, enredando sus dedos entre este y el cual daba pequeños tirones cuando sentía su piel ser perforada por sus colmillos, comenzaba a inclinarse hacía atrás, apoyándose un poco del cuerpo del otro y así no caer de golpe, hasta que su espalda chocó contra la húmeda y fría madera del muelle.
Al tener libre su boca, los pequeños gemidos no tardaron en hacerse presentes, aunque trataba de silenciarlos al morder sus labios pues a pesar de todo le resultaban algo vergonzosos, quizás por el lugar donde se encontraban, no lo sabía a ciencia cierta.
Pero las acciones del otro no lo ayudaban pues sus pezones se endurecieron rápidamente, mientras su mano libre se encontraba aún debajo de sus pantalones y lentamente se fue acercando hacía su miembro, jugaba con sus dedos sobre su piel, hasta que lo alcanzó y lo acarició con la palma de su mano lentamente aun sobre sus interiores, mientras la otra delineaba su espina con las uñas, enterrando en algunas partes con mayor fuerza que en otras, en las cuales alcanzaba a atravesar un poco su piel, y luego ascendió de nuevo, pero con su camisa prensada entre dos de sus dedos para así levantar su camisa y tener mayor acceso a su piel.
Su rostro era salpicado por unas cuantas gotas de agua, que ahora le resultaban refrescantes, a diferencia de antes que seguro le hubieran causado un escalofrío, la diferencia era que en ese momento su piel se sentía arder a causa de la excitación. Dada su posición separó sus piernas dejando al otro acomodarse entre estas, para luego ondular sus caderas de arriba hacia abajo de forma insinuante y cadenciosa en busca de aquellos roces entre sus entrepiernas.

Tenía uno de sus pezones entre los dientes cuando el otro introdujo una mano en su pantalón tocando su sexo, eso le estremeció en sobremanera, mordiendo con brusquedad su tetilla. Unos segundos después se hubo acostumbrado a aquel tacto, jugueteaba con la otra entre sus dedos, arañándola con suavidad. Luego, aquella mano fue bajando, cortando superficialmente su piel hasta su ombligo, allí tomo sus caderas y urgeteó con el índice entre su ropa. El tacto de las manos de Jin le embriagaba, y resaltaba en el ambiente y cuerpo frío. Terminó recostándolo en aquellas tablas, acomodando luego su abrigo para que el cuerpo del chico no tocara directamente la madera humedecida.

En un camino de besos, bajó a su abdomen, el cual mordió. Su dedo curioso tomó el cierre de su pantalón, lo bajó y lo desabrochó. jalando un poco la prenda. Con movimientos circulares acarició su entrepierna por encima de la ropa, luego iba desde sus muslos internos hasta su ingle, ejerciendo un poco de presión con la palma.

Cerró los ojos con algo de fuerza, apretando un poco estos, pues no deseaba abrirlos para de este modo al estar privado de su vista, disfrutar con un ligero incremento las sensaciones que el otro producía sobre su cuerpo, arqueo la espalda tras la mordida en la delicada y sensible zona de su pezón, sus quedos gemidos cada vez eran más constantes y le costaba trabajo contenerlos pues se agolpaban en su garganta exigiendo salir, sonrió cuando se sintió sobre la suavidad y aún calidez del abrigo, el cual seguro pronto estaría húmedo.
Dejaba su cuerpo a merced de las acciones del otro que lo hacían estremecerse y desearlo cada vez más, sin embargo por eso no dejaba de hacer lo propio y estiró su mano, colándola dentro de su ropa interior para poder empuñar su miembro y comenzar de esta forma a masturbarlo lentamente, mientras la otra se encargaba de deshacerse de la camisa del vampiro, tirando de esta con algo de ansiedad sin importarle que esta llegase a desgarrarse al igual que entre estos movimientos arañaba la piel de su torso.
-ahm...Aki-
Susurro entre un gemido en cuanto su miembro fue acariciado de aquella forma, el cual comenzaba a despertar poco a poco, por lo que casi por instinto separó sus piernas lo más que podía y apretó entre su mano el miembro del contrario a manera de desahogo de todo el placer que invadía su cuerpo, subiendo y bajando por toda su espina, causándole ligeros temblores en el cuerpo.

Un cosquilleo en su parte baja, junto con un poco de placer y excitación le dominaron cuando Jin tomó directamente su sexo entre sus manos, teniendo una reacción inmediata ante aquel tacto tan exquisito. En consecuencia, la presión que ejercía sobre sus muslos y entrepierna aumentó, masturbándolo por encima de la ropa con movimientos insinuantes y provocativos. Poco a poco fue sintiendo el viento azotar por su cuerpo: su camisa estaba siendo despojada con ansia y él hizo lo mismo con el pantalón del chico, bajándolo mientras besaba, lamía y mordía su ingle. Presionó con sus labios aquella zona y entre lascivas miradas que le dedicaba, bajó su ropa interior con los dientes, descubriendo su sexo un tanto ya humedecido. Despojó su ropa, dejándola a un costado y acomodó las piernas de Jin sobre sus propios hombros, quedando entre sus piernas, las cuales lamía con un deje de perversión y deseo. Paralelamente sus manos acariciaban sus muslos y sus glúteos, pasando de vez en cuando por la parte baja de su abdomen, rosando su sexo, jugando con sus testículos. Pasó su lengua por toda la extensión de su pene, deteniéndose en la punta. Lo miró a los ojos de manera penetrante y en ese instante, metió su sexo en la boca lenta y tortuosamente, masajeándolo internamente con su lengua.

Sus caderas se balanceaban de arriba hacia abajo en un lento vaivén casi automático cuando su mano comenzó a masturbarlo y debido a la forma en que lo hacía, más de un jadeo escapaba de sus labios, los cuales mordía y relamía mientras arqueaba un poco la espalda, apoyando su peso en su cabeza, alcanzando a ver el negro mar fusionado con el negro cielo a lo lejos cada que hacia esto, pues echaba un poco su cabeza hacía atrás.
Poco comenzaba a quedar completamente desnudo bajo el otro, situación que le era más que agradable pues además de estorbarle, el roce total y directo con el cuerpo ajeno le resultaba por demás excitante y placentero, sumado al húmedo viento que acariciaba su piel con insistencia.
Al sentir su ingle y sus muslos cubierto por la saliva ajena, se apoyo en sus antebrazos para mirar al otro, correspondiendo sus miradas de la misma manera, alcanzando a contemplar igual mi cuerpo temblando aún por el placer y comenzando a verse perlado por el sudor y quizás un poco de agua que halla llegado a caer sobre este.
Miraba atentamente cada una de sus acciones, apretando un poco su cuello con las piernas de manera casi completamente inconsciente pues sabía lo que seguiría y eso simplemente le hacia aumentar su lujuria, empuñaba el saco entre sus manos, arrugando el mismo, en cuanto su miembro fue envuelto deliciosamente dentro de su boca y acariciado por su lengua se dejó caer de nuevo en el muelle, moviendo la cabeza de un lado a otro, mientras gemía constantemente, escapándose de entre sus labios el nombre del vampiro y sus caderas subían y bajaban pues la forma lenta en que lo hacía era tortura, muy placentera pero al final una tortura, por lo que enterraba las uñas de una de sus manos en la madera del muelle y luego rasguñaba esta, dejando largos arañazos y su pecho subía y bajaba agitadamente.

En un acto de "maldad", cada vez que el chico subía su cadera, Aki se alejaba un poco de su sexo. Finalmente, luego de varios segundos, su pene ya estaba dentro de la boca del vampiro, quien dio una larga succión. Jugaba con sus testículos entre los dedos, los cuales lamió traviesamente con la punta de su lengua. Volvió a lamer toda su extensión repetidas veces, paseando sus colmillos por su pene, concentrándose en su glande. Volvía a introducirlo completo, dando suaves succiones a medida que iba bajando. Pero estas atenciones no eran las únicas, su mano libre arañaba su cadera... su cintura, ejercía presión en su abdomen como si fuese un masaje. La mano que acariciaba sus testículos a ratos se paseaba por su entrada, introduciendo su uña afilada, hiriendo aquella sensible piel propia de la zona; o sino, se aventuraba en sus glúteos o piernas, en caricias posesivas.

Movía su cabeza imitando envestidas, mirando lascivamente a Jin, buscando encontrarse con su mirada. Sus reacciones le excitaban cada vez más, el pantalón ya le iba haciendo una molestia, aquel cuerpo a su merced, era un manjar para sus sentidos, incluso, dentro del denso clima frío donde se encontraban... Y el hecho de ser el exterior, se le hacía más excitante la situación.

Su miembro palpitaba dentro de la boca del otro, completamente extasiado, rasguñaba una y otra vez la madera del muelle, pues su miembro no era el único que recibía placer, pues el vampiro se encargaba de atender sus testículos y la parte inferior de su cuerpo, por lo que contraía los músculos de su abdomen y apretaba sus piernas, presionando entre estas un poco el cuerpo del otro, mientras gemía con suavidad, al igual que sus caderas se ondeaban con lentitud.
Gruñó cuando sintió aquel dolor en su entrada, por lo que levantó las caderas con algo de fuerza mientras contraía su entrada, alejándola de la mano del otro como un acto de reflejo, aunque más que molestarlo había logrado que se excitara aún más, no obstante llevó una de sus manos a su boca para morder el dorso de la misma para calmar sus jadeos, sin embargo lo único que conseguía era abrirse una sangrante herida.
Levantó el rostro encontrándose con los penetrantes ojos del vampiro, mirándolo con sus ojos entrecerrados y nublados por el placer, por lo que llevó una de sus manos a los hombros del otro y comenzó a acariciarlo con ansias, rasguñandolo un poco, paseando luego esa misma mano por su cuello hasta alcanzar su cabello, donde enredaba sus dedos y tiraba un poco del mismo, tratando de no perder el contacto visual, mientras su cuerpo se estremecía sobre la madera con pequeños temblores repentinos, provocadas por las sacudidas de placer cada que el otro succionaba su miembro y acariciaba su piel, sintiendo un poco de su preseminal derramarse, aunque trataría de prolongar la llegada del orgasmo el mayor tiempo posible.

Saboreaba aquel líquido entre mezclado con su saliva. En ningún momento perdió la mirada del otro, pues le excitaba ver el rostro del más pequeño de aquella forma, le encantantaba y por sobre todo, esa forma en que le tomaba el cabello, haciéndole saber que al otro le gustaba. Terminó una fuerte succión a su glande, pata luego ir subiendo por su cuerpo en un camino de besos, jugueteando de nuevo con sus pezones, mordiéndolos hasta hacerlos sangrar. Fue a su cuello, que igualmente fue atacado por los colmillos del vampiro, mientras con las manos, que fueron llevadas a los hombros, fue recostando a Jin, posicionándose sobre él. Se apoderó de sus labios, introduciendo su imprudente lengua en su boca, mientras que con una mano se desabrochaba torpemente el pantalón, ya que con la otra sostenía el peso de su cuerpo para no caer sobre el licántropo.

La mirada del vampiro clavada fijamente en sus ojos, tenía un efecto un tanto intimidante pues no le agradaba del todo que lo miraran por mucho tiempo y por supuesto en ese tipo de situaciones, no obstante la lujuria reflejada en sus ojos, acrecentaba su excitación grandemente por lo que no cortó el contacto visual en ningún momento, ni tampoco dejaba de juguetear con su cabello, tirando en ocasiones de este con algo de fuerza, hasta que sintió acariciado su torso por los labios del otro, empujando su cabeza contra su cuerpo contra su pecho cuando este se apodero de sus pezones y cuello, acompañado de una queja ahogada en un placentero gemido, rodeo su cuerpo con su mano libre mientras se inclinaba hacía atrás quedando recostado de nuevo, en cuanto el otro se acomodó, correspondió al beso gustosa y ansiosamente, enredando su lengua con la suya en un exigente beso al empujar su rostro contra el ajeno, volviéndolo así más profundo y duradero; su mano en su espalda recorrió esta con las uñas, mientras la otra iba directo a sus pantalones para ayudarlo a desabrocharlos o al menos intentarlo, mientras con sus piernas y un poco sus manos, deslizaba su ropa hacía abajo dejándola hasta sus rodillas, para luego rodear su cadera con sus piernas y comenzar acariciar sus caderas con la parte interna de sus muslos, mientras movía insinuante y lentamente sus caderas de arriba hacia abajo, abrazándolo luego para atraerlo por completo hacia su cuerpo, pues se había dejado llevar por la lujuria y deseaba su cercanía y sentir su helada piel rozar la propia, la cual ardía y se encontraba bañada en sudor, al igual que pequeños gemidos escapaban cuando sus labios se separaban un poco para tomar aire para luego volver a devorarlos.

Hasta que al fin logró quitarse el bendito pantalón. En ningún momento dejó de besar al otro muchacho, y es cierto, a cada minuto estaba más excitado con esos insinuantes movimientos que el otro le hacía. Acarició sus muslos y sus caderas, metiendo una mano entre sus piernas, rosando su sexo, masturbándolo un poco antes de ir a su entrada, la cual iba arañando con suavidad. Posterior a eso, separó sus labios de aquel demandante beso, para acomodarse entre las piernas de Jin, posando su sexo en la entrada del más bajo, entrando de a poco. Sostuvo el peso de su cuerpo con un brazo, y en un acto de brusquedad y poca atención, terminó penetrando al chico de manera más bien violenta pero ansiosa, dejando escapar de entre sus labios un gemido de placer y algo de dolor por lo estrecho de la cavidad que había irrumpido. Dejó caer su cabeza hacia adelante, haciendo que su cabello rosara en el pecho de Jin. Poco a poco empezó las envestidas, lentamente, para acostumbrarse a sí mismo y al otro a las penetraciones. Apoyó los brazos a cada lado de la cabeza del licántropo, iniciando vaivenes en distintos ritmos. Respiraba con algo de dificultad, aún así, bajo su rostro para poseer una vez más los labios del muchacho en un beso profundo y desencadenante de diversas sensaciones además del placer.

Sentía su caliente e hinchado miembro temblar tras las caricias del otro, pues además de estar por demás sensible, este comenzaba a dolerle y seguro si así lo quisiera en el momento más inesperado se correría, sin embargo aún no era momento, por lo que contuvo su orgasmo, concentrándose en las atenciones recibidas y las sensaciones que estas producían, junto con las que el le otorgaba al cuerpo del mayor, dejando cuatro largos arañazos en la piel del otro debido a las uñas de una de sus manos que se enterraban en esta, mientras la otra la usaba para acomodarse sobre la madera del muelle al tiempo que el otro hizo lo mismo sobre su cuerpo, flexionando sus piernas separándolas, levantando luego la cadera cuando sintió el grueso miembro ajeno irrumpir su estrecha entrada, por lo que levantó la cadera, empujándose un poco hacia abajo mientras gemía por el dolor aunque más por el placer que obtuvo después debido a que deseaba mucho aquel instante, el gemido se convirtió en casi un grito cuando tuvo toda su erección en su interior de aquella forma tan repentina y brusca haciendo que su espalda se arqueara y sus uñas se enterraran aún más en la piel ajena.
Comenzó a gemir suavemente cuando el otro empezó a moverse, dejando de sentir aquel dolor en su interior, dándole paso a nada más que placer recorriendo su espina y cada nervio de su cuerpo, acompasándose a los movimientos del otro en un vaivén lento y en sentido contrario siendo cada vez más fáciles las penetraciones, por lo que comenzaba a moverse más rápido pidiéndole al otro que también incrementara el ritmo y la profundidad y así le regalara aquellas exquisitas sensaciones que lo invadían, mientras aceptaba de nuevo sus labios deseoso por sentirlos otra vez, iniciando de inmediato un apasionado beso que acallaba sus gemidos por unos instantes, aunque su entrecortada respiración, sus constantes gemidos que eran casi incontenibles y la falta de aire hacían difícil mantenerlo "intacto".
Poso una de sus manos en la mejilla ajena, la cual acarició con lentitud, deslizando luego su palma por su cuello, apretando uno de sus hombros y después bajó hasta sus glúteos y muslos, regresando después hasta su mejilla, mientras se separaba de sus labios para tomar aire y llenaba con mordidas su cuello, buscando marcar este y chocando su aliento en su húmeda piel, pronunciando el nombre del otro de vez en cuando.

Por primera vez en mucho tiempo, sintió un escalofrío a causa de la niebla que acariciaba su cuerpo desnudo, aperlado por la sudoración que el momento, los hechos habían causado. Sus movimientos eran rítmicos, penetraciones constantes, cortas, sacando a medias su sexo del otro chico. El beso que conectaban sus bocas era interrumpidos por jadeos, por suspiros, ya sea de uno o del otro. El cuerpo iba pidiendo más y el otro le hacía saber, por lo que aumentó la velocidad gradualmente, haciendo algunas penetraciones más profundas que otras. Sostuvo el peso de su cuerpo con un antebrazo, mientras que la mano que quedó libre acariciaba a duras penas el rostro del licántropo, delineando su mandíbula con el índice hasta llegar a su cuello, al cual le prestó mayor atención. Acarició sus clavículas con el pulgar.

Deseo.

Era lo que le invadía al sentir su tersa piel caliente y media húmeda en sus dedos. Deseo de poseer su cuello entre sus dientes, morderlo, penetrarlo con sus colmillos la tez lujuriosa del otro. Ojos rojos. Se distinguían entre el paisaje. Ojos rojos mirando al chico frente a él mientras lo besaba, mientras agarraba una de sus piernas con propiedad para hacer una fuerte, dura y profunda penetración al cuerpo del muchacho, siendo invadido por el placer provocado por la estrechez, la exquisitez del otro.

Aquella profunda embestida había desencadenado varias sensaciones muy contrastantes entre sí, pero que juntas solo le causaban placer y más placer, entre estas se hallaba con que la piel de su entrada se desgarraba ligeramente, propiciandole constantes punzadas de dolor incrementadas por su miembro entrando y saliendo, abriendo más sus heridas, no obstante ese dolor agudizaba sus sentidos e incrementaba su placer, por lo que mantenía contraida su entrada buscando más de esas sensaciones, más de ese exquisito dolor, por otra parte su rostro se hundía en el cuello del otro, besando y probando su piel ahora salada, casí como el agua del mar pero aún así se le antojaba más agradable al gusto, deliciosa e incluso adictiva, causado por el sudor que bañaba a ambos y se mezclaba entre si, embriagando su nariz con su aroma, tratando de guardarlo en su memoria, quitaba su cabello de su camino para seguir paseandose por su helada y suave piel hasta su hombro, donde se detuvo y volvió a recostarse en la madera del muelle, mirando con suma atención aquellos hipnotizantes ojos rojos que parecían escudriñar aún más allá de sus pupilas, aquella sensación que se formaba en su interior le era desconocida y en cierto modo molesta, por lo que con una de sus manos cubrió su rostro, aunque su mente aún le presentaba con lujo de detalle el rostro del vampiro, sus labios, su mirada, todo, mientras el propio tomaba expresiones placenteras, apretando sus ojos al tiempo que no dejaba de llamar al otro con un tono de voz completamente lujurioso, deseoso y fuerte, como si estuviera en algún otro lugar, mientras lo atraía rodeando su ancha espalda con los antebrazos, buscando sentirlo cerca, incluso aquella pequeña sensación de asfixia debido a su peso que recaía sobre su pequeño cuerpo.
Pues sus sentidos estaban aturdidos desde hace un rato, desde que su miembro no dejaba de chocar una y otra vez con su próstata y hacía que su cuerpo temblara y tuviera repentinos espasmos que lo hacían sobresaltarse como si acabara de pasar sobre él una descarga electrica, sus ojos estaban cubiertos por pequeñas lagrimas que empañaban sus ojos y nublaban su vista mientras su cuerpo le decía que estaba agotándose, aunque su mente y su líbido le pedían que esperara aún más, pues no deseaba detenerse.