鬱と躁 [Libre]

Comer, por ahora era lo único que pasaba por mi mente, odiaba aquellas ocasiones en las que su hambre era tan voraz que podía devorar lo que fuese, en especial cuando se transformaba, sin embargo debía admitir que el aroma de la sangre fresca, junto con la tibieza de la carne era un manjar que su lado salvaje disfrutaba más que nada.

Sumado a esto, la vida en ese pueblo era más aburrida de lo que parecía, nunca había alguien lo suficientemente interesante como para divertirme, por lo que me adentre en terrenos de humanos para alimentarme y si se podía también jugar un poco, caminaba distraído pateando unas cuantas piedras dejando caer mi cabeza hacia atrás para mirar el cielo que poco a poco iba tornándose cada vez más oscuro, dándole paso a la bella y fresca noche, junto con todos los humanos tontos y temerosos que no soportaban estar afuera a esas horas, reí para mis adentros cuando estos empezaron a huir hacia sus casas como un montón de liebres tras escuchar un aullido, facilitándome así el trabajo, porque las personas miedosas no me servirían en ese momento, el sabor de su carne cambiaba con el miedo y seguro no podrían jugar conmigo sin que me causaran dolor de cabeza, mientras avanzaba por una oscura zona, un peculiar perfume llamó mi atención, lo seguí gracias a mi nariz, notando que se trataba de un chico aproximadamente de mi edad que fumaba despreocupadamente, sonreí y me acerqué a él, fingiendo estar desorientado, después charlé un rato con él y nos hicimos "amigos" y al parecer era un amante de lo que para ellos era sobrenatural, por lo que después de confesar un supuesto fanático de aquello también, le propuse un pequeño paseo para saber si hallábamos algo.

El chico que era sin duda muy bello me habló sobre un recinto de la iglesia para torturar a los infieles, fascinado acepte ir y nos dirigimos hacia ya, conversando animosamente y así ganándome su confianza, al igual que comenzaba a seducirlo poco a poco.

Llegamos al abandonado lugar que desde afuera podía percibirse todo el sufrimiento de quienes entraron alguna vez para ya no volver a salir vivos, se podía respirar su angustia y la satisfacción por parte de sus verdugos, entramos a este y después de recorrerlo un poco, de un momento a otro ya se encontraba besándome, respondí aquel beso de una forma tenue al principio para empezar a tornarlo más agresivo a la vez que colocaba mis manos alrededor de su nuca, empujandolo hasta que su espalda chocó con lo que parecía una pared de madera, cuando en realidad se trataba de un "potro" colocado en forma vertical, me separé por unos instantes de sus labios para mirarlo por ultima vez, antes de volver a juntarlos con los suyos pero ahora con la única finalidad de dar una fuerte mordida a su lengua, comenzando a desgarrarla hasta arrancar la misma, sujetando con fuerza su nuca para que no tratara de huir, mientras que su cálida sangre escurría entre nuestras bocas, mientras yo degustaba aquel pequeño trozo de carne que no estaba nada mal.

Con una mirada un tanto más cruda a la que solía tener habitualmente comenzó a atar las manos y pies del chico al potro, para después rasgar su camisa y dejar su pecho desnudo, para empezar a girar la palanca y así estirar su cuerpo empezando a escuchar los primeros gritos de dolor, cuando estuvo lo suficientemente estirado como para dislocar sus extremidades y seguro empezar a tensar sus organos internos, rasguñe todo su tronco por la mitad para luego morder su abdomen con fuerza y empezar a alimentarme de él, alternando mis mordidas con giros a la palanca, apreciando de esta forma como internamente su cuerpo empezaba a ceder ante tal tensión, al igual que sus fuerzas y su propia vida.

Toshiya vagabundeaba a los alrededores de Thanatos, exploraba el pueblo, pasando desapercibido entre los humanos, había aprendido bien a comportarse casi como ellos o al menos a no llamar su atención. El aroma de algunos le repugnaba, mientras el de otros llamaba tanto la atención, buscaba alguien de quien alimentarse, alguien que satisfaga todos sus deseos. En eso estaba cuando escucho el aullido y su mirada en automático se dirigió hacia el cielo oscuro y la luna regordeta y brillante de color plata.

Sonrió ladino y capto en el aroma del viento el olor de un animal, no de cualquiera, si no el e un licántro, quizás ahora si que podría divertirse, sus ojos se tornaron color carmesí mientras sus colmillos se alargaban un tanto.

Caminó por las calles solitarias, sus pasos resonaban un tanto gracias al tacón de sus botas altas, estás le llegaban hasta la rodilla, eran de color negro y estrechas, lo que le daba buena forma a sus piernas, miraba como algunos humanos rezagados buscaban ocultarse y eso aumentaba su diversión, aquel canino si que debía estar dando una buena fiesta.

Llegó cerca de aquel punto cerca de donde provenía el aroma, escondió bien su presencia y fue así como en lugar de ver la mordaz matanza que esperaba, vio al chico cortejar.

-"Eso no es gracioso..."-Pensó para si y se comenzó a alejar un poco para seguir vagando por el pueblo, sin querer había llegado al lugar en que en momentos futuros, el pueblerino era atacado por el lobo.

Estaba recargado contra una de las paredes, cuando el aroma a sangre le invadió y no pudo contenerse más, se colo al edificio y observó con suma cautela lo que el otro ser sobrenatural hacía. Miraba la sangre gotear por el potro, el salvajismo del licántropo y el horror reflejado en los ojos de la víctima. Un escenario perfecto. Se recargó en la pared mas cercana, cruzando sus brazos y sus pies, simplemente observaba sin emitir sonido alguno, con una sonrisa que refleja lo cuan divertido estaba.

Escuchaba como el corazón de aquel chico palpitaba de forma desesperada buscando no perecer, tratando de bombear la poca sangre que aún quedaba dentro de aquel cuerpo que se sentía más muerto que vivo, especialmente porque lo primero que huyó fue su calor, después el color de su piel, terminando con que este dejara de moverse y silenciara sus ensordecedores gritos que habían inundado el recinto hace un momento.
Continuaba degustando su fresca y joven carne, devorándolo rápidamente y aunque físicamente no se notaba que me hallaba dominado por su salvaje instinto que corría por mis venas, pues no había cambiado en lo absoluto, solo mis ojos, estos eran los únicos que demostraban este estado, pues brillaban con aquel intenso azul caracteristico de su trasnformación. En el momento en que terminó de alimentarse, se separó limpiando su boca como si fuera una cotidiana escena vespertina, pero aún con la sangre palpitando en sus venas gracias la adrenalina que corría con intensidad, fue en ese momento cuando su nariz se percato de la presencia de algo.
-Te divirtió el espectáculo?-
Susurré antes de comenzar a girar lentamente la cabeza y después todo mi cuerpo para encontrarme con un alto chico, quien descansaba su cuerpo contra una pared y seguro había presentado la mitad de la escenificación de mi cena. Sin embargo solo dí un par de pasos para acortar la distancia y mirarlo más de cerca, para así definir por su aroma que era, pues era obvio que no se trataba de un humano.

Sonreía, sin dejar de ver al muchacho, no podía apartar sus ojos de el, mirar como alguien perdía la vida de una forma tan torturante era su deleite, esa sangre, cargada de miedo y dolor, la conocía bien, había bebido alguna vez de ella por parte de otros humanos. Pero más que esa sangre, era la del chico-lobo la que le hacía difícil contener sus bajos instintos, esa adrenalina que llevaba en todo su ser, ese liquido carmesí seguramente debía ser delicioso. Definitivamente quería al menos una probada de el.

Sabía que le encontraría ahí, pero esa era la idea, quería mirarle bien, al escucharle soltó una ligera risa, un tanto burlona- ¿No crees que esa pregunta acaba sobrando? -Dejo que se acercara, no tenía miedo, ya se había liado con lobos antes, y de cierta forma, le había divertido hacerlo.

Su rostro figuró una mueca de diversión, y su sonrisa delataba el largo anormal de sus colmillos, propios de un vampiro, no se movió de su lugar, esperaría a ver que reacciones tomaría el licántropo.

Se acercó hasta quedar a unos pasos de distancia de él, donde pudo apreciar la palidez de su piel, sus colmillos y la ausencia de cualquier signo vital por parte del otro, además de que sumado a sus experiencias pasadas, podía asegurar que se trataba de un vampiro, por lo que no le extrañaba aquella confianza que mostraba y la poca sorpresa hacía la que para cualquiera sería una escena perturbadora y seguro saldría corriendo.
-No lo se, no a todos nos divierten las mismas cosas-
Senecogió de hombros y guardo sus manos en los bolsillos, para después relamer sus labios para después limpiar los restos de sangre de su boca con el dorso de su mano, le daba demasiada curiosidad el echo de que el otro solo se quedara ahí observándolo con aquel gesto en el rostro, como si esperara algo pero no estaba seguro de porque, pues no era muy común que alguien observara la manera en la que te alimentabas, por lo que tampoco hizo gran cosa hasta poder descubrir lo que pretendía pues supuso que sería divertido
-Bueno como esto no es un espectaculo, con tu permiso, no te molestes en limpiar y suerte con lo que sea que vengas a hacer-
Dijo de forma burlona mientras pasaba a su lado y palmeaba uno de sus hombros, quizás con la intención de molestar como era su costumbre o solo esperando ver que era lo que haría, preparado para cualquier reacción al momento que caminaba con suma calma hacía la salida del lugar, no sin antes echarle un vistazo a lo que quedaba del cadaver en el potro y las paredes cubiertas de sangre al igual que partes de su ropa.