Perdido...[Libre]

Estar encerrado no era lo mio, pero sabia perfectamente que estar hasta tarde en aquel lugar no era prudente, sin embargo algo me había llevado a recorrer los alrededores del pueblo. Vague durante un rato, perdido entre los bosques y demás, el solo no tardaba en ocultarse y aun sin embargo yo me encontraba completamente lejos de casa.
Los sonidos de mi alrededor me traicionaban y constantemente echaba vistazos hacía atrás en busca de alguien pues conforme avanzaba mi paso, podía sentir la mirada de alguien o escuchar los lentos pasos de alguna criatura por entre las hojas con las que estaba tapizado el suelo.
Sin darme cuenta me encontraba en un lugar completamente lejos de mis conocimientos, había maleza, arboles enormes y podía escuchar el sonido del agua caer a lo lejos, sin embargo el echo de estar huyendo de alguien probablemente inexistente deterioro mi sentido para cuidar donde avanzaba. Entre mas avanzaba menos me sentía con la posibilidad de salir de aquel lugar y pequeños muros que vi al principio de mi "camino" ahora eran enormes paredes que me rodeaban; la desesperación invadió mi cabeza, no sabia donde rayos estaba ni como salir y añadiéndole que pronto seria de noche solo aumento mi ansiedad y un pequeño temor empezó a invadirme.
Antes que nada, debía calmarme, suspire profundo y deje de caminar ya que con eso lo único que lograba era perderme mas y hacer mas difícil mi posible salida de aquel lugar, tuve que hacerme a la idea de que esa noche la pasaría en aquel lugar; me senté cerca de uno de los enormes muros y abrace mis rodillas pues todo lo que estaba pasando no podía ser mejor complementado mas que por el frió de la noche. Abrace con fuerza mis rodillas y oculte mi rostro en ellas tratando de pensar que la noche se pasaría rápido y que saldría bien de allí para poder volver a casa.

El laberinto, definitivamente uno de mis lugares favoritos para pasear, o simplemente perderme por un largo tiempo, encontrando en muy contadas ocasiones cosas interesantes, sin embargo para mi suerte, esa noche era una de aquellas ocasiones, ya que mientras daba mi caminata habitual, un peculiar perfume inundó mi nariz, y despertó en mi una gran curiosidad por saber a quien le pertenecía.

Me interné aún más en el laberinto, el cual conocía perfectamente, como si fuera la palma de mi mano, hasta que en una de las zonas más apartadas y enredadas del sitio, me encontré con un pequeño chico, o al menos eso parecía, ya que se hallaba sentado abrazándose a él mismo, así que me acerqué con lentitud, hasta con la palma de mi helada mano, tocar la suave piel de su brazo, la cual estaba casi tan helada como la mía, situación que no era para nada normal en un humano, así que simplemente me quité mi abrigo y lo puse sobre sus hombros
-Alguien como tu no debería estar en un lugar tan peligroso y frió como este-
Murmuré con suavidad para evitar asustarlo, colocando solamente mi abrigo sobre sus hombros, esbozando una muy leve sonrisa, me puse de cuclillas frente a él, retirando un mechón de cabello de sus ojos, descubriendo la belleza de los mismos
-Si gustas puedo guiarte a la salida-
Murmuré mientras esperaba su respuesta, dejando el mechón de su cabello tras su oreja

Comenzaba a entrecerrar los ojos mientras que permanecía en esa posición, pero me forzaba a mi mismo a no dormirme, ya que el temor de estar en aquel lugar y solo me hacia estremecer y reaccionar ante cualquier sonido. Sin embargo y pese a eso empecé a quedarme dormido. Mientras que permanecía con los ojos cerrados, apenas tomando el sueño sentí una gélida caricia sobre mi rostro y seguido de ello la tibieza de algo que se posaba en mis hombros. Entre abrí los ojos y me disponía a abrirlos por completo cuando una suave voz me hizo despertar de golpe; levante mi rostro de mis rodillas y parpadee rápidamente tratando de que la silueta de aquella persona frente a mi se hiciera mas clara.
-Ha… es que…. –
Logre balbucear solamente mientras que le miraba colocarse a mi altura para luego retirar el cabello de mi rostro, acto que hizo que me pusiera algo nervioso y desviara la mirada de la suya para luego escuchar su cordial ofrecimiento.
-Ah, no, no quisiera molestarlo…-
Dije quedamente y sin pensar que mis piernas pudiesen estar medio dormidas por estar tanto tiempo en aquella incomoda posición, quise levantarme de golpe, a lo que irremediablemente me tambalee y en un acto de reacción a esto busque inmediatamente donde sostenerme, encontrando para ello únicamente los hombros de aquel hombre. Me aferre con algo de fuerza a estos y con el peso de mi cuerpo sobre el suyo ocasione que se sentara por completo en el suelo quedando yo de rodillas entre sus piernas. Lo mire apenado por aquel accidente y agache la mirada mientras que susurraba.
-Lo…. lo siento.-

Observé como abría lentamente sus ojos, una sonrisa divertida se dibujo en rostro cuando comenzó a balbucear, viéndome después tras un torpe movimiento por parte suya, con aquel chico sobre mi, mientras yo lo tomaba de la cintura por el impulso, su sangre corriendo por sus venas, debajo de aquella blanca piel resultaba un poco tentadora, sin embargo distraje aquellos pensamientos y solo reí un poco, aprovechando la forma en la que lo sostenía, me levanté, haciendo que se pusiera de pie frente a mi, acomodé mi cabello y regresé mi mirada a la suya
-No se disculpe, aunque por eso insisto en acompañarlo, no vaya a lastimarse-
Recogí mi abrigo, el cual había caído al suelo, y después de quitarle el polvo, volví a ofrecérselo, extendiendo mi mano esperando que lo tomará
-Ademas es muy difícil salir de aquí, en especial cuando uno esta asustado-
Sonreí de una forma apenas perceptible, mientras le miraba, siendo esto interrumpido por una nube muy espesa que cubrió el esplendor de la luna, dejándonos en tinieblas por unos segundos, aprovechando que él no veía nada caminé hasta posicionarme al lado del pasillo por donde debíamos comenzar a caminar,con mis manos extendidas como si le indicara hacia a donde deberia caminar.

Un escalofrió recorrió mi cuerpo al tener sus grandes manos sosteniéndome y tal y como estas lo pedían junto con los movimientos de su cuerpo me puse torpemente de pie y le mire mientras que jugaba lentamente con mis dedos, para luego llevar mis manos tras mi espalda al escuchar su voz.
-Gracias… pero….-
Murmure apenas y sin darme tiempo de finalizar mi oración, amablemente me tendía su abrigo. Sonreí levemente y tome este de su mano mientras que agachaba la cabeza en señal de agradecimiento y medio abrace su saco mientras que le escuchaba.
-No… no estoy asustado.-
Dije mientras que negaba con la cabeza y desviaba la mirada hacia un pequeño pasillo no muy lejano que era iluminado por la tenue luz de la luna y que lentamente se oscurecía. Observe la enorme nube que cubría la luna y no me di cuenta de donde se movía aquel hombre hasta que la luz lentamente volvía, mostrándome su ubicación y como con sus manos me daba direcciones. Abrace su abrigo y empecé a caminar en su dirección para alcanzarle.
-Este, soy Aoi ¿Y usted?-
Dije con un poco mas de tranquilidad, posicionándome a un lado suyo.

Lo seguía con la mirada aun entre las sombras, hasta que se posiciono al lado mio, sonreí e hice una pequeña reverencia.
-Es cierto, disculpa mis modales, mi nombre es Mikaru-
Lo miré y acomodé mi abrigo mejor sobre sus hombros, ya que realmente hacia mucho frio, sin embargo para mi aquel clima era exactamente igual que si hubiera mucho sol, cargando con el abrigo solo por costumbre.
-No querras enfermar-
Añadí mientras comenzaba a avanzar ndicandole el camino y asegurandome deque no se desviara y volviera a perderse, giraba en pasillos muy angostos, y en el recorrido giré mi rostro para mirarlo y le dije
-Por cierto, nunca me dijiste que hacias solo en un lugar asi-
Tomé un mechon de su cabello y lo deje deslizar entre mis dedos
-Pudiste haberte lastimado-
Se me habia ocurrido una idea, asi que me desvié del camino que guiaba hacia la salida, ya que este chico me parecia un tanto interesante.
-Tienes prisa por salir? hay lugares muy interesantes aqui- Me detuvé un momento frente a él, observando su rostro y despues a la bella Luna que aun nos iluminaba
-Ademas de que la noche es joven-
A decir verdad, si lo era, ya que apenas y era poco más de medianoche.

Sonrei levemente ante su gesto y agarre su abrigo con mis brazos para luego pasar estos por las mangas, atreviéndome a ponerme la prenda que me habia ofrecido, pero dada nuestra clara diferencia de estatura y anatomía, su saco me quedaba claramente grande, a lo que mis manos se perdian bajo las mangas y el largo me llegaba hasta un poco mas debajo de los muslos.
-Muchas gracias, Mikaru-san…-
Murmure para luego negar con la cabeza y seguir avanzando por donde el mi indicaba.
-Me…me perdi…-
Murmure algo apenado y le segui ante el abrupto cambio de camino, mientras que rodeaba mi torso con mis brazos, abrazando su saco, cubriéndome un poco mas con el.
-Lugares interesantes…-
Dije casi para mi mismo repitiendo sus palabras, que lograban despertar mi curiosidad y que a la vez me distraían de mi paso, por lo que no note cuando se detuvo y choque mi frente contra su espalda, ocasionando que diera un paso hacia atrás.
-Ahm…y si nos perdemos por eso?...-
Murmure y me acerque a él y con una de mis manos tome el borde de su camisa, sosteniéndole con mi pulgar e índice mientras que agachaba la mirada.
-No me gustaría que…por culpa de mi curiosidad usted también se perdiera…-
Termine de murmurar y desvie la mirada a un enorme muro cercano mientras que mis dedos jugaban con el borde de su camisa.

Lo miré cuando se había puesto mi saco y reí casi inaudiblemente, debido a que lucía un poco gracioso, continuaba caminando, pensando a donde llevarle, mientras en ocasiones lo miraba de reojo para que no se separara y tomará otro camino, ya que aquel laberinto ademas de ser muy hermoso,era extenso y muy confuso, sentí un pequeño empuje cuando chocó conmigo, e inmediatamente giré mi cuerpo quedando de frente a él
-Si muy interesantes-
Murmuré siguiendo con mi mirada la acciones que hacían sus manos sobre mi ropa
-No te preocupes, conozco este lugar perfectamente-
Añadí levantando su mentón, para que me mirara, al tiempo que acariciaba una de sus mejillas con mi pulgar, la cual se encontraba aún fría debido al clima nocturno
-Además, me parece una excelente idea perderme con tan linda compañía-
Acerqué mi rostro al suyo, hablando con lentitud, mientras llevaba mi pulgar de su mejilla a rozar sus suaves labios
-Entonces confiaras en mi Aoi?-
Sonreí y tomé una de sus manos, dejando un beso en el dorso de la misma y jale de esta levemente, comenzando a caminar lentamente sin soltarlo hacia el centro del laberinto.

Al levantar mi mentón, me vi obligado a mirarle a los ojos, cosa que inevitablemente hizo que sintiera como un calor subía a mi rostro, concentrándose en mis mejillas, el cual se convirtió en un tenue ardor tras sus palabras que se añadían a sus amables palabras en las que podía sentir un leve toque de requiebro. Sonreí levemente al escuchar mi nombre salir de sus labios y esas caricias que tenia en mi mejilla y labios me hacían sentir un poco mas tranquilo, pero sin dejar de avergonzarme ante cada una de ellas.
-Si, esta bien.-
Dije con una pequeña sonrisa y mis ojos empezaron a ver hacia todos lados, tratando de no ver cuando sus labios llegaron al dorso de mi mano mientras que los dedos de ella jugaban a manera nerviosa ante aquel tacto. Ahora caminaba tras él, siendo llevado por su mano la cual apretaba ligeramente mientras avanzábamos ya que aquel camino se hacia un poco mas oscuro tras cada pasillo y la mano que tenia libre se acurruco en mi pecho mientras que miraba con cierta preocupación a los alrededores de donde andábamos; sin que me diera cuenta de ello, conforme mis pasos, me había pegado un poco mas a él y sin que pudiese preverlo un pequeño cuerpo levanto el vuelo soltando un fuerte graznido y abruptamente di un brinco y apreté con fuerza su mano, llevando la otra a su brazo de donde me aferre con fuerza mientras que cerraba los ojos de igual forma.

Podía escuchar perfectamente sus latidos, los cuales sonaban un poco acelerados debido al nerviosismo del chico, pensé que sería normal dado que ciertamente este lugar era bello, ya tenia mucho tiempo de ser construido por lo que la naturaleza se había encargado de darle un aire que podría asustar a algunos, incluyendo a mi pequeño acompañante que presionaba mi mano cada que la luz se veía disminuida, lo cual no era problema para mi.
Seguimos avanzando lentamente, cuando de improviso, tenia a Aoi abrazado fuertemente a mi, debido a un cuervo que se percato de nuestra presencia y sin mas alzo el vuelo ruidosamente acompañado de un fuerte aleteo para alejarse como es natural, por lo que reí ligeramente y me giré quedando frente a él, acaricié su mejilla y murmuré buscando su mirada
-No te asustes, lo más peligroso que podrías hallar aquí, se encuentra frente a ti-
Tenía mi rostro cerca del suyo, teniendo de esta forma oportunidad de aspirar el perfume que emanaba su piel, instantes después me separé y caminé con él a mi lado tomando su brazo.
En un corto lapso de tiempo ya nos hallábamos frente al centro del laberinto, el cual era bañado por la luz lunar, en donde las rosas rojas que se hallaban plantadas en aquel lugar desprendían su fragancia, mostrándonos toda el esplendor de su belleza, lo llevé hasta el medio del lugar donde había una pequeña fuente de cristalina agua, dirigiendo despues mi vista hacia el cielo nocturno tapizado de pequeñas y lejanas estrellas, que brillaban intensamente.
-Muy bello-
Tomé su mentón y acerqué lentamente mis labios a los suyos para tomar un pequeño beso de los mismos.

Una vez que escuche su voz, murmurando ese “no te asustes” levante mi rostro para mirarle una vez mas con leve deje de preocupación, sintiendo pequeños estremecimientos en mi espalda por la ligereza de sus caricias sobre mi mejilla.
-¿Frente a mi? Este… se refiere a usted…pero, yo no creo que sea peligroso…-
Murmure con un poco de timidez y ante la escasa distancia que tenia su rostro del mío sentía como este se comenzaba a calentar, obligándome a respirar un poco mas fuerte y a entre cerrar los ojos, perdiéndome brevemente en los suyos que de no ser por la distancia que se formo al separarnos, me hubieran hipnotizado de una manera aun mas profunda. Camine siguiendo, a un paso un poco mas rápido que el suyo para no obligarle a ir mas lento de su paso normal, ya que yo daba pasos un poco mas cortos y cuando llegamos a aquella fuente, con la hermosa vista que tenia esta, logre olvidarme de lo que había sucedido y ahora miraba de un lado a otro emocionado por lo bonito que era el lugar donde me había llevado. Me gire algo extasiado para mirarme y con mis dos manos tome un poco de la tela de su camisa y empecé a tirar de esta de manera infantil.
-Que bonito ¿Vamos a ir a ver mas de cerca? Podemos acercarnos un…poco…-
Lentamente y conforme su rostro se acercaba al mío, mis palabras se fueron apagando para que mis labios recibieran su beso. Ante aquello, cerré los ojos por un breve momento y al abrirlos lentamente, encontrándome de nuevo con su mirada, mis ojos empezaron a vagar de un lado a otro tratando de que no viera mi nerviosismo ante su acción y aferrando mis manos a su camisa le jale un poco para que se acercara para poder ocultar mi rostro, recargando la frente en su pecho.

Sonreí con respecto a su afirmación sobre mi, aquel chico parecía ser muy inocente o estar un poco desactualizado sobre la condición de muchos de los habitantes de este pueblo, lo que le daba un toque de inocente encanto a su bello rostro, por lo que solo le respondí
-Por que no lo soy para todos-
Ya que aunque no lo habia demostrado, si quisiera en cualquier instante podría levantar su cabeza y enterrar mis colmillos en su cuello, llevando su vida, como ya lo habia echo en innumerables ocasiones anteriores, sin embargo no planeaba hacerlo, ya que, no era de mi preferencia alimentarme hasta asesinar, aunque no podía negar que su aroma de decía que su sangre debería de ser exquisita.
Despues de besarlo, podía ver su nerviosismo encerrado dentro de sus ojos, sin embargo no hice ningún comentario o movimiento por ello, solo lo miré a los ojos, pero cuando colocó su cabeza sobre mi pecho, me sorprendí un poco, ya que habia sido una reacción inesperada, no obstante solo puse una de mis manos sobre su cabeza comenzando a acariciar su cabello, mientras le susurraba con suavidad.
-¿estas bien?, lamento haberte incomodado-
bese su cabeza en forma de disculpa sin soltarlo, ya que el se había aferrado a mi ropa y no me había soltado, a decir verdad, las acciones de aquel humano me enternecían por lo que continué con mis caricias en su rubio cabello dejando pequeñas caricias con la punta de mis dedos sobre la suave y delicada piel de su cuello, esperando su respuesta.

Sin retirar la frente de su pecho, asentí un par de veces con la cabeza para responder su interrogante en lo que mis labios se calmaban para murmurar un quedo “si”. Tanto el beso sobre mi cabeza como las caricias que él se encargaba de dejar sobre esta se encargaban de relajarme y calmar un poco los temblores de mi cuerpo, pero también me provocaban que ligeros escalofríos corrieran por mi espalda. Mis manos se cerraron con un poco mas de fuerza sobre su camisa, arrugándole a un mas mientras que de manera inconsciente iba ladeando mi rostro para dejar mi mejilla apoyada sobre su pecho. Cerré los ojos un pequeño momento aspirando con calma el perfume que desprendía su camisa e imaginando aun el tibio rose de sus labios con los míos. Ante aquel pensamiento abrí los ojos abruptamente sintiendo como mi rostro se acaloraba demasiado y agradecía que no lo notase ya que su presencia comenzaba a apenarme, sobre todo por la posición en la que me encontraba.
-N…no me incomodo…-
Dije quedamente y finalmente reuní “las fuerzas” para levantar el rostro y encontrarme con su mirada, en donde me perdí por un pequeño momento antes de llevar mis ojos de nuevo a sus labios y ante aquella imagen que había en mi cabeza, entre abrí los propios justo al mismo tiempo que cerraba los ojos y empujaba mi rostro para alcanzar al suyo, a la vez que jalaba su camisa para hacerle que se agachara un poco y me facilitara la tarea de llevar mis labios junto a los suyos de nuevo.

Sentía su cuerpo temblar ligeramente, mientras lo dejaba acomodarse sobre mi pecho, sin detener mis caricias sobre su cabello, dirigí mi vista al cielo por unos instantes, el cual lucía despejado y con un profundo y hermoso color negro , acompañado de una suave brisa fria, la cual apenas y movía nuestro cabello, la calidez que desprendía su cuerpo, resultaba ser muy agradable, comparándola con la temperatura corporal del mio, que bien no era completamente helada si era notablemente fría.

Cuando jaló mi camisa, me agache y volví a tomar sus labios, esta vez de una manera más profunda y exigente, llevando la mano que tenía en su cabello hacia su nuca, donde comencé a acariciar la misma, y la otra lo tomaba con delicadeza, pero a la vez firmemente de la cintura, una ligera sonrisa se dibujo por unos instantes en mi rostro, ya que no podía negar que me deleitaba el provocar acciones de ese tipo en mis acompañantes.

Sin dejar sus labios, lo tomé en brazos, llevándolo hasta una de las esquinas, debajo de uno de los rosales, el cual se jactaba de poseer unas preciosas rosas carmesí, me incliné apoyando una de mis rodillas en el suelo, para así recostarlo con suavidad en el piso, acaricié su mejilla, deslizándola en una extensa caricia por su pequeño cuerpo, deteniéndome en su vientre.
-Eres hermoso-
Murmuré, mientras me colocaba sobre el, con mis piernas a los costados de su cuerpo y tomaba una de sus manos dejando un beso sobre la misma, ascendiendo por su brazo rozando su piel con mis labios sin perder de vista sus ojos, con mi otra mano, comenzaba a despojarlo lentamente de mi abrigo y aprovechando el agarre de su mano, hice que levantara su cuerpo levemente, dejando caer la cálida prenda a un lado de nosotros.

Posterior a aquello incline mi cuerpo sobre el suyo sin recargar mi peso en él, por unos instantes mire su rostro, para después posar mis labios en su cuello, depositando pequeño besos en el mismo, asomando la punta de mi lengua en ocasiones para degustar su piel, podía sentir perfectamente el palpitar de aquella vena que pasaba por ahí, además de que el dulce aroma de su sangre mezclado con el delicado aroma de su piel, resultaba embriagante, en definitiva me había hallado a alguien muy particular, debido a que perfumes como el suyo era muy difícil hallarlos, debido a mi naturaleza, y a aquel incitante perfume, deseaba probar su sangre, la cual seguramente sería aún más dulce que su fragancia, sin embargo aplazaría aquel momento, lo cual no era problema, debido a que sabia controlar perfectamente mi sed.

Mis manos dejaban suaves caricias sobre su figura, apenas moviendo un poco su ropa para palpar directamente su suave y cálida piel, en la que se podía percibir un ligero aumento de temperatura, a la vez que percibía como esta se erizaba ante cada uno de los contactos de mis manos.

Cuando sentí de nuevo el calor de sus labios sobre los míos, en un acto de instinto cerré los ojos con fuerza de igual manera que mis manos sobre su camisa, la cual se arrugo fuertemente ante esto y con algo de nerviosismo, torpemente comencé a corresponder el beso que yo mismo había pedido. Empuje mi rostro contra el suyo, en busca de más del frote de sus cálidos labios sobre los míos. Al tener su mano sobre mi cintura, agradecía aun más que sus labios estuvieran sobre los míos, ya que en estos pude sofocar un pequeño suspiro que murió en su boca. Un fuerte escalofrió corrió por mi espalda y sentí como temblé entre sus brazos ante aquel pequeño contacto que teníamos, y en mis mejillas se presento un fuerte ardor que no se comparaba con el calor que mi cuerpo comenzaba a sentir. Sus labios se quedaron sobre los míos, llevándose casi todo mi aliento con ellos, además de un quedo suspiro con el que al mismo tiempo abrí los ojos para verle solo por un instante antes de que sus brazos levantaran mi cuerpo a lo que rápidamente mis manos rodearon su cuello y mi cuerpo fue guiado por el suyo hasta un rosal, incapaz de negarme ante ello, simplemente buscando que aquel tacto no terminara y que el calor que su cuerpo me transmitía, llenara el mío que comenzaba a ser cada vez mas fuerte. Le mire con los ojos entre cerrados, jadeante y tomando fuertes cantidades de aire, dejando que mis manos cayeran a los lados de mi cabeza, mismas que tras oír aquel cumplido para conmigo, fueron rápidamente a cubrir mi rostro, tratando de que no notara como la piel de este se encendía con solo escuchar su voz. Al llevarse una de mis manos entre la suya, deje el dorso de la otra sobre mi frente, permaneciendo con aquella mirada que contenía decoro mientras que observaba como sus labios empezaban a recorrerme entre cálidas caricias que me hacían estremecer, que lograban que mi cuerpo comenzara a moverse de manera ansiosa. Mis piernas se cerraron levemente y hacían pequeños movimientos de arriba abajo entre ellas, causando una pequeña fricción entre la parte interna de mis muslos, donde ahora, justo ahora, al sentir sus labios y su respiración directamente sobre mi cuello, se concentraba un calor y ante este inevitablemente, mi cuerpo empezó a dejarse llevar, me relajaba por completo y me perdía entre cada caricia que me regalaba. Sin darme cuenta, su abrigo ya no me cubría y aun sin embargo… sentía mucho más calor que el que la prenda me daba. Solté un pequeño suspiro y casi de manera inconsciente tome la muñeca de una de sus manos entre ambas mías y la levante un poco hasta que la palma de la misma se colocara en mi mejilla, moví mi rostro levemente para que se frotasen entre si durante un pequeño momento y dedicándole una pequeña sonrisa , moví de nuevo su mano, esta vez para que sus dedos cayeran sobre mis labios y así, con ellos comencé a dejar pequeños besos sobre la yema de cada uno de sus dedos y al llegar a su pulgar, puse la mirada en la suya y lentamente comencé a meter su dedo en mi boca. Le apretaba apenas un poco con los labios y conforme iba entrando en mis labios empezaba a acariciarle con mi lengua, a friccionarles levemente mientras que, mis piernas se acomodaban para frotar entre sus muslos, en quedos movimientos de arriba abajo los cuales subían hasta llegar peligrosamente a su entrepierna y antes de ese atrevido contacto, volvían a bajar para empezar de nuevo su recorrido. Lleve mi mano libre a su nuca y un impulso, jale su rostro hacia el mío para que en el momento en que su dedo salía de mis labios, cambiarle inmediatamente por sus labios los cuales volví a tomar en un beso torpe, con el único fin de que sus labios acallaran los penosos suspiros que exigían salir de mi garganta.